El régimen chavista tiene que buscar alternativas para explicarle a la señora del video que ven abajo y a millones de venezolanos más por qué después del boom petrolero más grande de la historia no se consigue en ninguna parte pollo, carne, leche, pañales o los más básicos insumos de primera necesidad humana y animal.
Hasta ahora, Maduro et. al. han culpado del colapso de la economía venezolana a los sospechosos de siempre: los yanquis, los pitiyanquis, los defensores de la IV República, la burguesía parasitaria, etc., etc.
Según el gobierno, ellos son los arquitectos de la “guerra económica” que le arrebata al bravo pueblo el pan de la boca, o como diría un chavista de hueso colorado de esos que escriben en Aporrea, “una guerra natural del capitalismo con fines políticos” donde “el capitalismo esta mejor organizado que el gobierno, que no ha podido sacarnos de ese conflicto”.
Parte de la ironía de esta excusa simplona es que confirmaría, de ser cierta, el fracaso del proyecto chavista, el cual en 17 años de hegemonía política no ha podido imponer el socialismo del siglo XXI, que se supone es el antídoto del capitalismo salvaje.
O dicho de otra forma, en este orden de ideas, la razón por la cual las estanterías de los supermercados en todo Venezuela están vacías es porque el capitalismo sigue triunfando.
Lo cual sería verdaderamente sorprendente ya que sería la primera vez que se le acusa al capitalismo de generar escasez generalizada, algo que ni siquiera Marx consideró. De hecho, iría en plena contradicción con las críticas contemporáneas a la economía de mercado donde lo que se cuestiona es el consumerismo, es decir el exceso de consumo y por lo tanto de producción.
Por otra parte, si la ofensiva capitalista es la causante de la escasez venezolana, ¿cómo se explica que los paraísos socialistas, como Cuba y Corea del Norte, no se caractericen propiamente por la abundancia? Porque no fue en Corea del Sur donde cerca del 10% de la población se murió de hambre la década antepasada, ni fue en Canadá donde el líder máximo le pidió a los habitantes de las ciudades que criaran cerdos en las bañeras de las casas para poder alimentarse durante el “período especial”.
Ante la necesidad de explicar lo inexplicable recientemente el régimen ha trasladado su ira hacia las fronteras, primero hacia Guyana y luego hacia Colombia.
En nuestro caso, además de las animadversión histórica de algunos sectores venezolanos, la narrativa confrontacional es particularmente útil. Parece que la mejor explicación a la gleba chavista de las razones por las cuales los diabéticos en Caracas no tienen insulina hace meses y las cirugías no se pueden realizar por falta de antibióticos y anestésicos es porque unos paracos colombianos se los están llevando.
O que la razón por la cual el tipo de cambio oficial de Bs.6.3 por dólar tiene una diferencial de 10.000% frente al dólar de mercado, a Bs.630 por dólar, es porque existen casas de cambio en Cúcuta para lavar divisas que divulgan su actividad a través de una página web, www.dolartoday.com, que es parte de la “matriz de opinión” dirigida por la CIA desde Miami.
En otras palabras, dentro de este raciocinio, los colombianos también somos parte activa de la guerra económica que tiene en jaque al socialismo del siglo XXI y no víctimas del desastre económico y social en que se ha convertido la revolución bolivariana.
Porque ese es el verdadero problema: la boligarquía corrupta e incompetente que se implantó en el país vecino, justificada por una mazamorra ideológica incomprensible, ha defenestrado a una nación que a mediados del siglo XX fue modelo de progreso y democracia.
Obviamente, no es que adecos y copeyanos sean totalmente inocentes del colapso venezolano, pero comparado con el tsunami destructor que ha sido el socialismo del siglo XXI, no solamente en Venezuela sino en todos los países que lo han implementado, la IV República parece un modelo de buen gobierno.
Lamentablemente lo que sigue ahora será peor. Si algo se percibe entre los dirigentes chavistas es un pánico mal disimulado sobre el futuro. Los testigos de la reunión de cancilleres que se llevó a cabo durante la crisis fronteriza quedaron pasmados ante el comportamiento errático de la señora Delcy Rodríguez, quien parecía estar padeciendo un trastorno de déficit de atención con hiperactividad. Y de Nicolás Maduro, quien se negó a responder las llamadas del presidente de Santos como una novia contrariada, que lleva ahora varios días pidiendo que los reciban para una reunión bilateral.
El trasfondo del nerviosismo son las elecciones parlamentarias de diciembre que el oficialismo va a perder, lo cual no quiere decir que vaya a aceptar pacíficamente la derrota. Desde hace varios años los chavistas han dejado claro que ellos no entregaran el poder pase lo que pase y el aparato de inteligencia cubano, bien versado en los métodos estalinistas, está allí para que se respete la voluntad del Gran Hermano.
Robarse las elecciones ante el ojo complaciente de UNASUR, hasta ahora la única organización de verificación internacional acreditada, o desconocerlas de tajo, agravará la ya de por sí explosiva situación política del país. En cuanto al tema económico, no existe manera alguna de continuar desafiando impunemente las leyes del mercado, así existan bibliotecas enteras de literatura mamerta que digan lo contrario.
Hugo Chávez, siempre un astro del oportunismo político, tuvo el buen tino de morirse a tiempo. En los últimos años el mundo ha presenciado la caída sangrienta de muchos dictadores, algunos como Muamar el Gadafi o Bashar al-Asad, hermanos carnales del chavismo, y el espectáculo no ha sido bonito.
Las notas del primer acto del götterdämmerung bolivariano ya están sonando y la tragedia está por comenzar.
Lo más probable es un autogolpe, por desgracia. Y aún si la oposición gana, estoy seguro que el regalo de despedida de la mayoría chavista será una ley habilitante, o algún otro engendro político que transfiera los poderes del Legislativo al Ejecutivo y al Judicial (poderes que controla el chavismo). Una muestra de lo anterior está en lo que han hecho en Caracas y otras alcaldías controladas por opositores, donde el poder lo manejan entes paralelos chavistas. Igualmente, estoy seguro que, ante una victoria de la oposición en las legislativas, el régimen saldrá en una campaña de intimidación para asegurarse que un revocatorio no sea convocado. Ya Maduro dijo que pedirá huella y foto a los solicitantes, además de la firma. Y en Venezuela aún no se olvida la "lista Tascón" que se creó tras el revocatorio fallido de 2004.