Iván Cepeda: de líder de las víctimas a político
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Iván Cepeda se dio a conocer como líder del Movimiento de Víctimas del Estado. Ahora, se lanza a la Cámara de Representantes con el Polo Democrático. Fotos: Laura Rico Piñeres. |
Colombia es un país de víctimas. Son miles las personas que han sufrido a manos de las guerrillas, de los paramilitares, de miembros de las Fuerzas Militares y de delincuentes comunes. Sin embargo, la mayoría sufre en silencio. Sigue con sus vidas, empuja los recuerdos del horror a la parte de atrás de su cabeza, y sigue viviendo como puede. Muy pocos deciden asumir la vocería de ese ultraje. Iván Cepeda es uno de ellos.
Su papá, el senador Manuel José Cepeda, militante de la Unión Patriótica, fue asesinado el 9 de agosto de 1994. Y desde entonces, Cepeda asumió como suyo el drama de las víctimas de los paramilitares y de miembros del Estado. En enero de este año, la Cancillería colombiana reconoció la responsabilidad del Estado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el asesinato de su papá. Dos suboficiales del Ejército fueron condenados.
Mucho se le ha criticado a Iván Cepeda que haya asumido la vocería solo de los que sufrieron a manos de las fuerzas de derecha y que no represente también las víctimas de la guerrilla. Y Uribe le ha criticado a él y a varios otros activistas de derechos humanos que asistan a foros internacionales a criticar el Gobierno. Cuando se ve a Cepeda por televisión parece un hombre radical, dogmático y un poco envenenado. Pero en persona es todo lo contrario. Ahora quiere llegar a la Cámara de Representantes por el Polo Democrático.
La Silla Vacía lo entrevistó sobre su visión del país, a través del filtro de una víctima que representa a miles de otras que no hablan.
LSV: ¿Cómo ha sido su paso de ser líder del Movimiento de Víctimas del Estado a político?
Iván Cepeda: En estos años de construcción del movimiento de víctimas teníamos la ilusión que la conquista de la justicia y de ciertos estándares de verdad y reparación significaran una transformación en la vida de la gente. Y a pesar de que constatamos avances no se ha producido como desearíamos un cambio sustancial en la correlación de fuerzas entre quienes han sido víctimas y quienes han sido beneficiarios.
¿Y cree que desde el Congreso sí se logrará?
No hago esa aseveración. Sin renunciar a la búsqueda de verdad y reparación, tal vez sea necesario que las víctimas busquemos otros espacios en los que se tomen las decisiones, y haya más influencia sobre los poderes públicos, que tienen que escuchar nuestras peticiones. No creo que el simple hecho de ser elegido vaya a significar eso, pero es necesario experimentar.
¿No termina dándole la razón al presidente Uribe que decía que las ONG de derechos humanos eran políticos disfrazados?
No tengo ninguna duda que quienes disienten o abiertamente condenan nuestro trabajo van a formular esos reparos y otros. Pero el trabajo de derechos humanos, independientemente de la posición ideológica, es en sí mismo un trabajo político. Los derechos humanos son el punto nodal de la democracia. El problema no radica en que gente de derechos humanos haga política sino que los políticos estén de espaldas a los derechos humanos.
¿Cuáles son las banderas que espera defender en el Congreso?
Son tres: derechos humanos, ley de víctimas y reconciliación. Hay leyes, principios, tratados internacionales. La pregunta es por los procedimientos que hagan realidad esos derechos.También pienso ejercer control político frente a lo que se está haciendo frente a las víctimas. Que se estén dejando en impunidad crímenes de lesa humanidad y las gravísimas consecuencias que puede traer para Colombia que la Corte Penal Internacional llegue a decidir que su mecanismo se active por la insuficiencia de justicia o por la nula justicia que ha habido. O el tema de la tierra para desplazados. La manera como se ha manejado la reparación.
Pienso ejercer control político frente a lo que se está haciendo frente a las víctimas. Ha habido pocos debates frente a cómo se ha aplicado la ley de Justicia y Paz”– Iván Cepeda
¿Qué piensa hacer frente a la reconciliación?
Defenderé el tema de la iniciativa que hemos ido desarrollando desde Colombianos y Colombianas por la Paz. Avanzar en acuerdos de carácter humanitario para alcanzar la salida del conflicto. Colombianos le planteó a las Farc ponerle un punto final al secuestro. Y eso tuvo una respuesta positiva.
¿Van a dejar de secuestrar?
En nuestro diálogo epistolar, les proponíamos que el secuestro en todas sus formas era una práctica que además de constituir un crímen era un obstáculo serio en la búsqueda de la paz. Las Farc respondideron con la liberación de las seis personas a comienzos de 2009. Hemos seguido en ese proceso. Nuestro plan original era y es obtener liberaciones unilaterales, llegar al intercambio humanitario y lograr que las Farc hicieran un anuncio público y solemne de renuncia al secuestro. También hemos pedido al Ejército y a las Fuerzas Militares acabar con la desparición forzada, y a las Farc, con el reclutamiento de menores.
¿Pero Colombianos por la paz parte del supuesto de que lo que necesita las Farc es argumentos para dejar de secuestrar? ¿Es un asunto argumentativo?
No. Estamos en una guerra de 50 años, las partes del conflicto tienen una posición tomada, no es que haya faltado una profundidad argumentativa que fuera más persuasiva. El asunto es que cuando escribimos la primera y segunda carta se había generado un nuevo contexto político nacional e internacional. Estabamos ante un nuevo gobierno en E.U., el de Obama; un cambio en la jefatura de las Farc; ante un nuevo momento del conflicto armado porque se habían producido unos golpes significativos a la guerrilla, pero también se había producido un cambio en la estrategia militar de las Farc. Ademas, en el contexto internacional, otros gobiernos en la zona andina de izquierda. Pensábamos que esos elementos podrían abrirle paso a un diálogo. Colombianos y Colombianas por la Paz nace en un momento en que nadie creía en eso.
Ese contexto político ha tenido desarrollos. Más que apelar a la razón y a la sensatez, cosa que no sobra porque estamos ante seres humanos, hay que tomar en cuenta esas realidades para avanzar en los procesos de paz.
Usted sigue convencido de la necesidad de una negociación con las Farc
Colombia lleva 50 años de guerra, una de las pocas sociedades que afronta la vergüenza de un conflicto de tan larga duración. Lo que nos ha mostrado la historia es que puede ser que en medio del conflicto se produzcan hechos que episódicamente le permiten a una parte avanzar y poner al otro en una situación difícil pero acabar con este conflicto, en las condiciones geográficas, históricas y sociales de este país, por la vía militar es una aspiración ilusoria e ingenua. Lo que ha mostrado el conflicto es su inagotable capacidad de reproducirse.
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Pero los procesos de paz también han demostrado que la guerrilla los usa para fortalecerse militarmente.
La pregunta cambia y no es si el conflicto se resuelve por la vía miltiar. Si no: ¿qué se puede hacer para que procesos de paz sean eficaces y lleven al final, en condiciones cada vez mas difíciles? Hay que aprender de las lecciones del pasado. Uno de esos problemas es que cuando las partes se han sentado a negociar no lo han hecho con una plena convicción de que terminará en la paz. Y con razones de lado y lado. Las Farc han tenido razones para desconfiar del Estado por el genocidio de la Unión Patriótica.
Y del otro, lado, también se han juntado razones. Y la expresión más acabada de ese proceso fue el Caguán. Mientras se estaba hablando de paz, la guerrilla se estaba fortaleciendo, y por otro lado, Pastrana estaba firmando el Plan Colombia. Las partes se estaban preparando para un nivel mas álgido del conflicto. Y agregaría un tercer elemento: hay dos modelos que son cada uno extremos. Uno, es el de pedirle a la guerrilla que se desmovilice sin contraprestación y el otro, el de la guerrilla, de querer una revolución al final de una negociación, una transformación de tal magnitud que difícilmente se lograría. ¿No será posible una salida intermedia?
Algunos acusan a su papá de haber defendido la combinación de las formas de lucha. ¿Usted también defiende esa posición?
Mi papá sostuvo una posición de explicar las razones que han dado lugar al conflicto armado. Yo comparto eso, yo creo que este conflicto tiene unas causas objetivas. Ahora bien, yo rechazo todas las formas de violencia en general. Pero mi papá también luchó por la paz, estuvo en las negociaciones de Tlaxcala. El día que lo mataron iba al Senado a plantear la aprobación del Protocolo II de Ginebra de Derecho Internacional Humanitario que condena los crímenes de guerra.
¿Por qué un frente de las Farc tiene el nombre de él?
Desde hace mucho tiempo he rechazado los crímenes de las Farc. En particular con ese grupo, he rechazado de manera vertical sus acciones y lo he hecho mil veces. Lo que me llama la atención es que no se quiera admitir la posibilidad de ese rechazo. Es el camino más fácil de negarse a cambiar los esquemas mentales.
La agenda de las víctimas
¿Piensa revivir la Ley de víctimas si llega al Congreso?
Hay que volverla a plantear, el debate que se ha hecho ha sido muy importante para las víctimas. Primero, como fue elaborado el proyecto con la participación de muchos sectores. Con un nuevo Congreso, hay por lo menos nuevas condiciones. Creo que favorece ese debate que el argumento que el Gobierno esgrimió en la última fase del debate se ha visto rebatido por los hechos.
¿Por qué?
El Gobierno dijo que había un problema presupuestal y pocos meses después estalló el escándalo de Agro Ingreso Seguro. Visto desde la Ley de víctimas, pone al desnudo cuáles son los códigos éticos con los que se proceden ese tipo de discusiones. Es claro que si en Colombia se tratara con menos mezquindad los problemas de la población y con mayor rigor las gabelas tributarias que se le dan a sectores privilegiados se podría avanzar.
¿Por qué cree que se trata tan mal a las víctimas en Colombia?
La víctima encarna la evidencia de la tragedia de nuestra sociedad. Soy muy reacio a admitir mejorías sustanciales en el campo de derechos humanos.
A mí me parece que hoy la gente sufre mucho menos que hace ocho años.
Eso mismo es discutible. Han descendido unos índices de violencia, y han aparecido otros que no había antes.
¿Como cuáles?
Existían las ejecuciones extrajudiciales, pero la modalidad de ejecución extrajudicial como 'falso positivo' es nueva. Siempre ha habido intromisión en la vida de otras personas, pero que existiera el G-3 como una máquina de espionaje, manuales para amenazar gente, eso es propio de este gobierno. La lista es inagotable. Ese nivel de discusión muestra que es muy relativa la discusión. Es éticamente inconducente discuitir si matar 30 sindicalistas es o no una mejoría. Más allá de ese tipo de discusiones, el problema es que la medida de violaciones lo dan los grandes fenómenos que determinan esa crisis: el conflicto armado, el desplazamiento forzado y crímenes de lesa humanidad. Para mí un paso sustancial es que en esos tres se produzcan cambios sustanciales.
Los sectores más de izquierda han pasado de un discurso anti-yanqui a encontrar en Estados Unidos un aliado para su lucha.
La globalización como fenómeno ha permitido que se produzcan diálogos que no se tenían en el pasado. Mucho va de la idea de la izquierda en los años 70 de un mundo cerrado, monolítico, a lo que hay hoy. Hay diálogo con sindicatos, con defensores de derechos humanos y con actores muy importantes en la sociedad estadounidense y con las autoridades. No es que no exista ya la idea de un imperio que tiene unos intereses geoestratégicos, pero lo que hay hoy es unas redes internacionales muy fuertes que tienen incidencia, y que pueden generar hechos políticos. Otro vector de esa dinámica es que estamos asistiendo a un sistema internacional de justicia. Una correcta interpretación de estas nuevas realidades políticas le ha permitido al movimiento de derechos humanos convertirse en un factor que incide.
Por ir a esos foros internacionales, los activistas de derechos humanos han quedado marcados como apátridas.
Esa visión de que los activistas de derechos humanos vamos a convencer a los congresistas democrátas y dañar la idea del país es muy ingenua. En un mundo global es cada vez menos posible lavar la ropa sucia en casa. El gobierno en vez de hacer campañas de buena imagen, de presentarnos como apátridas a los que vamos a hacer cabildeo internacional, debería tener respuestas serias frente a los problemas. Exhibir una política seria de derechos humanos y programas.
¿Cuál ha sido su percepción de los extraditados cuando los ha ido a visitar?
El objetivo de esas visitas no ha sido nada distinto a poder esclarecer la verdad de lo ocurrido en Colombia en las últimas décadas. Lo que nos permitieron estas visitas fue convencernos de que estas personas no son en realidad los máximos jefes del aparato criminal. Por encima de ellos hay otros muy poderosos jefes.
Los jefes paramilitares actuaron bajo la encomienda y las órdenes de líderes políticos, empresariales, militares que fueron los que determinaron buena parte de su accionar”– Iván Cepeda
¿Qué le hace pensar eso?
Además de toda la evidencia que hay sobre ese fenómeno, lo que ellos han relatado. El jefe paramilitar Diego Fernando Murillo ('Don Berna') señaló ante un juez en E.U. que varios de los bloques de las AUC contribuyeron con dinero y también dieron la orden de votar por la elección de Álvaro Uribe.
Lo podrían haber hecho por iniciativa propia.
Esa es la pregunta. La existencia de pactos políticos previos a esa elección muestra que no fue un hecho espontáneo. Los políticos no cumplieron después con su palabra de generar un marco de impunidad que les permitiera a los paramilitares legalizar su poder. Como dijo el fiscal Iguarán cabe la pregunta de, ¿quién dirigía a quién? ¿Los paramilitares a los políticos o los politicos a los 'paras'? Los políticos fueron quienes ganaron. Un sector político muy importante ha salido por lo menos hasta ahora ganancioso de este proceso.
Pero todos están en la Picota.
No todos están en la Picota. Y yo creo que la responsabilidad política y penal del gobierno Uribe está por ser discutida. Y no solo en términos de un debate público sino en términos judiciales. Siempre se dice "no existe una prueba de las relaciones del Presidente con los 'paras'". Esa afirmación tenía algún grado de discusión antes de un serie de hechos que se han probado judicialmente.
¿Cómo cuáles?
Las condenas a los congresistas Salvador Arana, Eleonora Pineda, Miguel Alfonso de la Espriella, muestran que ellos no eran aliados de los paramilitares, sino que eran miembros de la estructura paramilitar. La Corte ha dicho que eran miembros de un aparato armado de poder. Dirigieron las organizaciones paramilitares. En el caso de Eleonora Pineda y Miguel Alfonso de la Espriella, reconocieron que eran miembros de la estructura paramiltiar.
¿Qué relación tiene eso con Uribe?
Singnifica que tenía relación con los paramilitares. Antes de su elección, ya esta gente era parte de una estructura de poder.
Uribe podría no saber que ellos formaban parte de la estructura.
Es lo que está por dilucidar. Pero ya es muy difícil que diga que no tenía una relación directa con miembros de las AUC. Habría que preguntar si ignoraba la existencia del Pacto de Ralito y de otros pactos. Entraríamos en el terreno de las confesiones de los paramilitares. Ellos han dicho que Mario Uribe conocía esos pactos. Habría que preguntarse si Santiago Uribe, el hermano del Presidente, sabía también.
¿Por qué Santiago Uribe?
Porque existen acusaciones que deben ser todavía investigadas acerca de que el hermano del Presidente conformó grupos paramilitares, entre ellos el grupo de los Doce Apóstoles en Yarumal, Antioquia.
Pero, ¿no cree que si existieran esas ‘pruebas reinas’ de la relación entre el Presidente o su familia y los paramilitares, ya las habrían revelado los 'paras' extraditados al sentirse traicionados por el gobierno?
La pregunta es si no han salido. Yo creo que parte del problema es lo que se planteaba en ese artículo de El País: hasta dónde Colombia quiere verse en el espejo, y no si el espejo no nos está dando la imagen. Ya se han dicho cosas terribles.
¿Qué falta para entender la naturaleza de este régimen? ¿Cuántos escándalos más? Tal vez nos faltan algunos hechos, pero básicamente el cuadro está ahí. Nosotros intentamos con Jorge Rojas, en nuestro libro ‘Las puertas del Ubérrimo’ mirar la realidad de Córdoba a traves del prisma de su finca. La simple descripción de la realidad de Montería y de Córdoba hace ineludible la pregunta de cómo una familia que vivió allí como la de Uribe podía ignorar lo que estaba ocurriendo.
La campaña
¿Cómo le ha parecido hacer campaña?
Muy interesante. Una campaña electoral implica un diálogo y un ejercicio de escuchar atentamente a muchos sectores de la sociedad. Y en este caso, lo que pasa en la ciudad: la precarización del empleo, la juventud que no encuentra oportunidades, la mujer que cuando tiene trabajo en los sectores marginales está prácticamente en situación de esclavitud. El problema de tener que caminar una hora para encontrar un alimentador para llegar a Transmilenio. Pero también he visto las conquistas que ha hecho el Polo. El Polo ha encontrado un camino que hay que desarrollar: en educación, en alimentación.
¿Lo perjudica la mala imagen de la administración de Moreno?
El Polo está aprendiendo a gobernar. Y creo que en un balance serio las cuentas no desfavorecen al Polo. Tiene problemas, y tiene debates internos. Y uno de esos debates es luchar contra la corrupción.
¿Está pensando en Iván Moreno?
Considero que la denuncia hecha por La Silla Vacía debe ser conocida por la Comisión Ética del Polo, que debe tomar una decisión seria sobre ese particular después de una investigación.
¿Alguna otra lección le queda de la campaña?
Es una lucha desigual, porque de una parte hay aparatos que tienen diversos niveles de poder pero que se fundamentan todos en la práctica de comprar la conciencia de los ciudadanos. Van desde comprar el voto hasta utilizar el presupuesto de las instituciones del Estado para presionar al electorado con esas necesidades. Por otra parte, existe la posibilidad de hacer una campaña con la esperanza de que ha surgido ya en Bogotá y en el país el voto de opinión, es la apuesta que estoy haciendo.
Una última pregunta. Siempre me he preguntado si cuando a uno le matan al papá, como a usted, verse a través de la identidad de víctima es una elección o una decisión. Colombia tiene miles de víctimas que lo sufren en silencio.
A quién le acontece una situación de esas tiene varias opciones: una es sencillamente ignorar esa situación. Es una opción por la que optan muchas personas y esto tiene unas consencuencias determinadas. La dignidad es un componente esencial de la vida humana. Otra es intentar el ojo por ojo, la venganza, que también tiene unas consecuencias nefastas. Y otra, intentar - mediante un proceso de justicia y ahora de participación política - transformar el sentido de lo que ha ocurrido. Yo creo que esa es la mía. La condición de víctima no es una postura, no es una interpretación, es una condición objetiva, que puede ser transformada. Eso es lo que he intentado hacer. No es la única vía, pero a mí me ha funcionado. Porque creo que abstraerse puede permitir ciertos niveles de tranquilidad temporal, pero en últimas la persona siempre va a estar con un sentimiento de insatisfacción profunda.
Independiente de donde provengan las victimas es de resaltar en un pais en guerra que una persona como Ivan Cepeda, proporcione las herramientas para dejar claro que no es necesario la lucha armada para hacer justicia . Felicitaciones por tus logros !!!
Por otro medio manifesté que IVAN CEPEDA debió renunciar a la dirección del Movimiento de Víctimas antes de incursionar en la vida política, concretamente en el debate electoral de las Elecciones para Congreso del 14 de Marzo de 2.010.Lo consideré inadecuado e inoportuno. Los resultados electorales del Domingo favorecen la pretensión de IVÁN CEPEDA de convertirse en Representante a la Cámara por la circunscripción del Distrito Capital. Sale a relucir aquí el problema de los avales: es apropiado hacer una reforma política enderezada a que a los Movimientos sociales de trascendencia nacional se les facilite su participación en el ámbito político sin ser avalados por algún partido. El cuidado que debe tener este Congresista electo estriba en abordar siempre la problemática inherente al Movimiento de Víctimas, en este caso de Crímenes de Estado. Vista desde esta perspectiva sí es necesaria la presencia de un personaje importante en el Congreso de la República.
OJALA GANE AMIGO ESTOY CON USTED!!!----vote por usted!!!! se merece estar en el congreso!!!! asi sera...
Estoy de acuerdo en lo que dice Cepeda respecto de lo de Ivan Moreno, es hora de que entre la comisión de ética del polo a investigar. Buena entrevista en general.
La pregunta por el frente 42 claro que tiene doble intención. La cosa es que el papa de cepeda tuvo relaciones con las FARC por allá en la época en que la UP era su brazo político y cuando era habitual mantener la tesis de la combinación de todas las formas de lucha. Manuel Cepeda sin duda fue una victima del estado -lo cual es lamentable- pero también seria bueno que se hablara de todos estos personajes que proclamaban la combinación de formas de lucha y que, hasta cierto punto, también ayudaron a plagar al pais de violencia. Es que la memoria histórica no puede ser selectiva.
Y ya quisiera ver a todos los comentaristas poniendo el grito en el cielo si hubiera un bloque de las AUC que se llamara "Bloque Alberto Uribe Sierra".
"Rechazamos sin ambigüedades y consideramos inaceptables las imputaciones que se han hecho sobre vínculos de la UP con actividades terroristas" (Virgilio Barco, 1990).
Estoy de acuerdo, la memoria histórica no puede ser selectiva.
No hace falta que aclares lo de la doble intención.
La cosa es que tu comentario tiene triple intención y es que es malintencionado; porque no tienes ningún argumento para contrarrestar siquiera alguna de las respuestas de Iván cepeda.
Me imagino que no te has dado cuenta de que quién se lanza a La Camara de Representantes no es el padre sino el hijo y ha dejado claro por activa y por pasiva que nada tiene que ver con ese frente guerrillero.
A ver si eres capaz de escribir una columna en la que menciones esos personajes (narcoguerrilleros o narcoparamilitares) que a fecha de hoy presentan sus candidaturas a los cargos de elección popular, siendo herederos por activa y por pasiva de políticos vinculados con organizaciones terroristas.
Buena entrevista. Hay contrastes de puntos y se puede observar,a trasluz de Cepeda,la posición de la entrevistadora. No estoy de acuerdo, sin embargo, con el planteamiento con el que comienza la entrevista. "Colombia es un país de víctimas" debe ser una afirmación problemática y problematizable. Si se entiende mal, o no se pone en contexto, puede reemplazarse el concepto de ciudadanía por el de víctima. Con esto la agencia particular de cada cual, como sujeto privilegiado de la mirada estatal, puede terminar cosificándose.
En esto si difiero.
Colombia es un país con una serie de problemas emocionales muy profundos: abandono, negación, orfandad sentimental. Eso en gran parte es lo que nos hace 'parecer brutos' o 'negados para el cambio'.
Se necesita reconocer que tenemos cultura, movimiento corporal y comunicación de víctimas. Así, podemos en lugar de buscar victimarios, enfocarnos en sanar las heridas y salir adelante; eso no lo va a hacer el Estado solamente, sino el poner sobre la mesa, por ejemplo, la deuda histórica con la población femenina colombiana -a la que nunca se le reconoce nada pero se le toma todo-.
Creo que por ahí puede tomarse más bien el tema de somos un país de víctimas.
Además, un país de víctimas busca siempre quién lo proteja. Por eso AUV subió al poder tan fácil: mientras le duró el maquillaje, era el protector Non Plus Ultra para muuuuchas personas que literalmente 'no tuvieron papá'. Si dejamos de ser víctima, no subirá, digamos, un Papá Santos. Sino un Tío Antanas.
Iván Cepeda, Jorge Robledo y Gustavo Petro coinciden en que los tres son políticos por vocación al servicio de su país; los tres coinden en el Polo Democrático Alternativo. Espero que consigan aglutinar el voto de opinión.
Sería buena idea que [email protected] comentaristas hicieran llegar entrevistas a otros políticos que amparados en carrera`política puedan considerarse dentro de los verdaderos políticos por vocación al servicio de [email protected] [email protected]
Comparto la opinión de kathy porto sobre la entrevista; nos negamos a cambiar los esquemas mentales; que por cierto, creo que es uno de los más graves problemas de la sociedad colombiana.
PD: Quizás haya que preguntarle al papa porque un grupo terrorista en Colombia se llamaba Los Doce Apóstoles.
Este tiene mi voto, y Robledo para el Senado. Ya basta de uribismo y parapoliticos, hay que desmontar la plutocracia que hay en Colombia o nos vamos a joder TODOS (más de lo que estamos).
Excelente entrevista! Me encantó la agudeza de las preguntas y Cepeda se lució con respuestas unánimes, claras y certeras. Tiene una visión estudiada del conflicto armado en Colombia y estoy segura que representará un gran papel como congresista en pro de las miles de victimas y de medidas justas para los ciudadanos de a pié... ya mismo voy a buscar su número de lista.
Deberían aprender los uribistas como se hace política con ideas, no con compra de votos, chismes, fraudes y sancochos, como ellos acostumbran!
Buena la entrevista. No me parece tan importante el asunto de la foto, si sonríe o no, lo clave es lo que tiene en la cabeza y como lo expresa.Si la foto fuera importante, el gordo García no hubiera estado tanto tiempo como "Honorable" paralamentario.
Yo comentaba el aspecto de la foto porque se ve un poco como un 'intelectual terrible', pero bueno, leyendo el comentario de Kporto creo que tiene razón. Nadie... yo no me imagino el peso tan grande que te da el madurar con el vacío de un padre, en las circunstancias que le tocó. Sumarle a eso el iniciar un proceso de visibilización de la dimensión |Víctima| en esta tierra del olvido, es fuerte, muy.
Ojalá encuentre, entonces, razones en un futuro cercano para profundamente sonreír.
Este señor siempre ha sido político. Su movimiento de víctimas de Estado es una mascara. Lo mismo que las marchas de Moncayo, todo era una campaña política bien planeada. Se aprovechan de nuestro cruel conflicto para llegar al poder.
Es como si Uribe hubiera llegado a presidente por la muerte de su papá, o si Vargas Lleras mostrara su mano para ganar mas votos.
Sí, es como si Uribe hubiera llegado al poder aprovechando el fracaso del Caguán.
Es necesario que desde otras perspectivas distintas al uribismo (y a toda su maquinaria política - armamentista) se empiece a construir nación. Cepeda en el papel se ve como una buena opción, la pregunta es ¿cómo nosotros desde la ciudadanía podemos ejercer control político sobre aquellos que salgan favorecidos después del domingo?
Les faltó preguntarle por qué un frente de las FARC usa el nombre de su padre
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