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Jueves Septiembre 28, 2023

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Uno de los procesos más interesantes de este año ha sido el resurgimiento de las organizaciones campesinas, que serán protagonistas centrales -si se llega a firmar un Acuerdo final en La Habana- a la hora de aterrizar la “paz territorial” y los acuerdos firmados por el Gobierno y las Farc en las zonas rurales más abandonadas.

Esos tres acuerdos firmados contemplan que el desarrollo de la Colombia rural se haga de “abajo hacia arriba” con la participación de las comunidades en la planeación, ejecución y veeduría de las obras. Ahí jugarán un papel clave movimientos como las recién nacidas Cumbre Agraria y la súper Dignidad, pero sobre todo pequeñas asociaciones rurales como las que han venido formándose en todo el país, que no se sienten representados por éstos ni por gremios como Fedepapa o Fedegan. Y que, pese a ser muy locales, están comenzando ya a aliarse en los Montes de María, el Magdalena Medio y otras regiones que seguramente priorizará el proceso de paz.

“En los momentos de distensión política y cuando hay perspectivas de paz, se ve un resurgimiento de los movimientos rurales. Pasó cuando llegó el Frente Nacional y lo estamos viendo más claramente ahora”, dice Rocío Londoño, que coordinó la investigación sobre tierras del Centro de Memoria Histórica que será publicado el año entrante y que hará un primer inventario de estas organizaciones. Ese será el primer conteo que se hace.

Estas son algunas de las regiones donde más organizaciones han venido naciendo.

Instrucciones: haga clic en las regiones para leer cada caso en detalle.

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Córdoba y Montes de María

La zona de Córdoba, Sucre y el centro de Bolívar es donde mejor se puede ver el auge de las organizaciones campesinas, que ya están dando el salto de lo local a lo regional y -como lo muestra Montes de María- están comenzando a crear espacios donde conversar con el Gobierno central y las autoridades locales.

 

Ya hay varias jóvenes redes de productores que juntan a las pequeñas asociaciones y cooperativas locales que cultivan el mismo producto y que por primera vez se están sentando juntos para pensar a nivel regional.

Solo en esta zona de la Costa hay seis redes incipientes. Los cacaoteros de Córdoba, la Sierra Nevada de Santa Marta y Montes de María -que no se sienten representados por Fedecacao- formaron una. Los productores de yuca acaban de fundar una primera Federación Nacional de Yuqueros, que aún es débil pero que está creciendo y los de ñame están en proceso de crear una red.

También hay una red de productores de ajonjolí en los Montes de María, la primera de su tipo en el país y conectada ya con empresas como Nutresa y Bimbo. Hay otra de aguacate, fuerte también en los Montes de María, que marchó hace un año hasta Cartagena para protestar por la falta de apoyo del Gobierno. Y también una de pequeños bananeros, que junta a los cordobeses con los de La Guajira, Magdalena y Atlántico.

Ese nivel de organización le ha permitido a los yuqueros y ñameros montar un laboratorio de semillas de los dos tubérculos en San Jacinto donde ellos mismos las reproducen in vitro para asegurar una mejor calidad, un piloto único a nivel mundial que sacaron adelante con ayuda de la Corporación PBA y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat) de Palmira. Como dice Santiago Perry de PBA, “son campesinos haciendo biotecnología”.

El caso de Montes de María, que vivió 56 masacres, vio sus organizaciones campesinas arrasadas y tiene uno de los índices más altos de despojo de la Costa, es especial.

Los campesinos de esta región montañosa entre Sucre y Bolívar no solo están organizados en redes ya, sino que tienen desde 2011 una Mesa de Interlocución y Concertación que junta a 156 organizaciones campesinas, de mujeres, indígenas, afro y de víctimas y que tiene su propio espacio de diálogo con el Gobierno.

“Así como ya en Marialabaja y San Juan Nepomuceno el plan de desarrollo se hizo con las comunidades, para el año electoral que viene queremos llegarles unidos a los candidatos en los 16 municipios y decirles esta es nuestra propuesta. Eso antes era impensable”, dice Miguel Miranda, un líder campesino de Zambrano y uno de los voceros de la Mesa.

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Norte del Caribe

En la zona norte del Caribe no hay tantas redes individuales como en Córdoba, Sucre y Bolívar pero el proceso organizativo también es notorio.

 

En algunos municipios, como Repelón en Atlántico, las distintas cooperativas de bananeros y piscicultores se juntaron para crear una 'cooperativa de segundo grado' que les permitiera acceder a microcréditos y otros programas que estaban fuera de su alcance. La zona sigue fuertemente golpeada por las plagas que dejó la ola invernal de 2011 en el sur del Atlántico como la sigatoka negra del banano, pero a través de esa cooperativa (Asoeres) ya están planificando proyectos.

También desde Atlántico nació la iniciativa de conformar una Red de Organizaciones Rurales de la Costa Caribe, que por ahora reúne a asociaciones campesinas de 93 municipios en toda la región caribeña.

“Estamos mirando ya el desarrollo no como algo que el Estado debe darnos, sino como algo en cuya construcción debemos ser participantes. Buscamos darle solidez a la democracia local, por es ahí donde se definirá la política rural y donde tenemos que tener el protagonismo más activo”, dice Alejo Suárez, un veterano dirigente sucreño de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc) -que fue muy fuerte en los setenta- y que lideró el proceso de creación de esta Red.

En principio muchas de estas asociaciones se formaron porque juntos pueden vender sus productos mejor. Muchas fueron logrando el apoyo de universidades como la Javeriana, ONG agrarias como la Corporación PBA o centros de investigación como Corpoica y de esta manera acceder a recursos, como la cooperación internacional y ahora para hacerle propuestas al Pacto Agrario (que está evaluando los 4.400 proyectos que recibió).Ya organizadas, han ido pasando de temas solo productivos a reivindicaciones más amplias como pedir distritos de riego, vías, educación o tecnología, todos temas que serán centrales en el aterrizaje de los acuerdos.

“La violencia había destruido al movimiento campesino pero está renaciendo en casi todo el país, en unos sitios más rápido que en otros. Es un proceso largo e indispensable, porque -como lo muestra el caso de Brasil- si hay una base fuerte y sobre todo representativa, puede haber un verdadero diálogo entre campesinos y Gobierno que produzca políticas para el campo capaces de enfrentarse a los problemas que hay”, dice Santiago Perry, el ex viceministro de Agricultura que trabaja con muchas de este tipo desde PBA.

Perry atribuye ese renacimiento a tres factores: que desde finales del gobierno Uribe hay mayor diálogo con los campesinos y también más apoyo a los pequeños productores, que con el éxito de los paros del año pasado los campesinos entendieron mejor la importancia de organizarse y que el sinnúmero de actividades ligadas al Año de la Agricultura Familiar le ha dado un nuevo impulso al tema.

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Boyacá y Cundinamarca

Aunque Boyacá y Cundinamarca posiblemente no estarán entre las zonas priorizadas por el proceso de paz, son dos de los departamentos donde más se ha sentido ese ímpetu de organización. Algo que quedó en evidencia durante el paro agrario del año pasado que se potenció -en su mayor parte- gracias a pequeñas asociaciones campesinas (solo algunas de las cuales se terminaron vinculando a las Dignidades que nacieron con la protesta).

 

Uno de los sectores que más se ha organizado es el de los papicultores, muchos de los cuales no se sienten representados por Dignidad Papera de César Pachón.

Un ejemplo es Coopaboy, una 'cooperativa de segundo grado' que reúne a 12 cooperativas de papicultores -unas 600 familias productoras- de distintos municipios de Boyacá. En alianza con otras redes de paperos en Cundinamarca acaban de inaugurar un laboratorio para reproducir semillas de papa in vitro en Carmen de Carupa, parecido al que hay de ñame y yuca en Montes de María.

“Nosotros vemos que el Gobierno trabaja con políticas erradas hechas en un escritorio, pero no sobre las necesidades que tenemos. Queremos que el productor tenga incidencia política y sea más escuchado”, dice su líder Pedro Briceño, que acaba de llegar de Montevideo de ver cómo funciona el espacio de concertación de políticas que tienen los cinco países de Mercosur con sus pequeños agricultores y que montaron siguiendo el modelo brasilero. Él y los otros siete productores que fueron están desarrollando una propuesta.

Otro caso singular es el del Sistema Local de Innovación en Agrobiodiversidad de la Provincia de Márquez, una red que reúne a una treintena de asociaciones de cultivadores de papas nativas, uchuva, vegetales y tubérculos andinos de esa zona fronteriza entre los dos departamentos. Hoy están centrados en recuperar sus variedades nativas para luego vender productos de valor añadido a elegantes restaurantes bogotanos. Ese círculo comercial, que arranca con la innovación de sus cultivos, es el primer resultado de su organización.

Un proceso organizativo similar han visto los 14 municipios del Valle de Tenza, en el suroriente de Boyacá, donde -apoyados por la Unión Europea- una treinta de comunidades han arrancado desarrollo rural con un enfoque parecido al europeo, que mezcla actividades productivas con otras como el turismo o el trabajo artesanal.

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Santanderes

El Magdalena Medio, el Catatumbo y el oriente de Santander, tres zonas fuertemente asoladas por los paramilitares y las dos guerrillas, han visto un resurgir parecido.

 

El Común, un movimiento campesino que fue muy fuerte en la década de los ochenta pero que había decaído fuertemente, está renaciendo en las tres provincias del oriente de Santander (Guanentá, García Rovira y la Comunera). Lo está haciendo revitalizando sus organizaciones de base, incluyendo las tabacaleras (que hace una década fundaron el gremio Fedetabaco), las organizaciones de mujeres y las cooperativas de ahorro y crédito locales que convirtieron a Santander en el epicentro del cooperativismo.

“Acá tenemos problemas regionales -como que no hay asistencia técnica, que no vendemos nada con valor agregado y que no hay buenas vías- y somos las organizaciones regionales las que los entendemos bien”, dice Ricaurte Becerra, un veterano dirigente de El Común que trabajó con su fundador -el padre Ramón González- en los ochenta y que hoy siembra café en el municipio de Valle de San José.

“Nosotros estamos reagrupándonos, pero no hemos recibido ninguna ayuda del Estado. De todos modos coincidimos con lo que plantea la Misión Rural y vemos que con el desarrollo rural territorial habría un cambio de enfoque total”, añade Becerra, uno de los líderes del experimento que visitó el director de la Misión José Antonio Ocampo esta semana y que ha sido descrito como el “Mondragón colombiano”, comparándolo con el pueblo vasco cuya economía mueven las cooperativas.

En el Magdalena Medio, golpeado por un altísimo desempleo, han venido naciendo muchas asociaciones y redes de la mano del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, que fundó el padre Francisco de Roux y que ha liderado su mano derecha Miriam Villegas.

En particular, a través de su trabajo se han fortalecido las redes y cooperativas de pescadores, de cacaoteros (Ecocacao), de pequeños productores de palma africana (Fundepalma), los madereros (Cepim), los ladrilleros (Cootrasalba) y de pequeños ganaderos que no se sienten representados por Fedegan.

Una de las más fuertes es la red de economías populares, que conecta a estas asociaciones productoras en la zona rural con los mercados populares y pequeños comerciantes en ciudades cercanas como Barrancabermeja, de modo que puedan vender sus productos sin perder terreno con intermediarios. Así se genera una cadena de 'pequeño capitalismo' entre comunidades locales y asociaciones de compras comunitarias como Merquemos Juntos.

En el Catatumbo hay una dinámica parecida, con muchas agrupaciones de pequeños ganaderos y agricultores, que estuvieron activos en el paro del año pasado pero que no están afiliados al movimiento de zonas de reserva campesina (afiliado a la Cumbre Agraria).

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Santiago Perry Rubio
Comentarios - Cada usuario tiene la posibilidad de incluir solo tres comentarios
Jue, 2014-12-18 05:00

La "sociedad civil "rural debe evitar ser cooptada por los grupos politiqueros de siempre ,superar el verticalismo que ha hecho mucho dano Como el caso de la cgt julio Roberto gomez, ONG,s,que hablan a nombre de TODOS,ojala esas voces regionales no Sean instrumento de los jahires acunas y she democraticen

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