LA SILLA VACIA

El vicepresidente Germán Vargas ha sido protagonista del primer año de Santos II en el Caribe. Aquí, con su ministra de Transporte, Natalia Abello, y su aliada la alcaldesa de Barranquilla, Elsa Noguera.

En la región Caribe, el primer año de Santos II se vio, en gran parte, como el primer año de gobierno de Germán Vargas Lleras.

El rostro más visible del Gobierno este año fue la continuidad de proyectos como el programa de viviendas gratis y obras de infraestructura, como dobles calzadas y acueductos. El protagonista de todos esos anuncios, inauguraciones y primeras piedras en los ocho departamentos costeños fue el Vicepresidente.

A Vargas, Santos II le delegó prácticamente todo el tema de obras en el país y el manejo de los ministerios de Transporte y Vivienda.

Así es como aquí, por la continuidad de iniciativas conocidas que venían desde Santos I, podría hablarse del quinto año de Santos, pero también del primero de Vargas. Eso a pesar de que, luego de que se institucionalizaran las giras semanales del Vicepresidente a las regiones para revisar obras, el Primer Mandatario haya arrancado una estrategia de viajes llamada "El Presidente en las regiones".

Fue Vargas, por ejemplo, el que el mes pasado abrió la llave -y se dio un baño frente a los medios- para inaugurar el esperado servicio de agua en El Carmen de Bolívar. Seis meses antes había hecho lo mismo en un corregimiento de Valledupar que llevaba 50 años esperando su acueducto.

En abril puso la primera piedra de otro acueducto: el de San Marcos, en Sucre. Y anunció nuevas viviendas gratuitas para Sincelejo y Sabanagrande (Atlántico).

Unos días antes, había inaugurado los 11 kilómetros de calzada sencilla de la variante oriental de Sincelejo, que desde entonces ha descongestionado el tráfico pesado que viene del interior del país hacia el Caribe y viceversa.

El año pasado, casco de constructor en la cabeza, estuvo en San Andrés siguiendo las obras de las circunvalares que tendrán las islas y las de la primera fase del acueducto de Providencia. 

Este año de Gobierno, en la región Vargas ha inaugurado tramos, anunciado licitaciones, entregado casas, verificado iniciativas, regañado mandatarios locales...siempre acompañado de sus ministros de Transporte Natalia Abello y de Vivienda Luis Felipe Henao. Y en varias ocasiones del Presidente.

Las inversiones que en estos doce meses ha concretado el Invías por 1,2 billones de pesos, para obras aplaudidas como la doble calzada Cartagena-Barranquilla y la construcción del nuevo puente Pumarejo en el Atlántico, son relacionadas con su gestión porque él las anuncia y les hace seguimiento.

Aunque todas las movidas son hechas a nombre del Gobierno Nacional de Santos, Vargas es visto como el rostro de la Nación hoy esta región. Evidencia de ello, es que en varias de las historias de súper poderosos que ha hecho La Silla (como en Magdalena y en La Guajira) sea él el considerado poderoso y no el Presidente. "La interlocución y el poder hoy, muchos mandatarios regionales lo vemos reflejado en Vargas", le dijo a La Silla un Gobernador costeño de manera informal.

Y aunque este año senadores de la mermelada como Bernardo 'Ñoño' Elías inauguraron obras con recursos gestionados por ellos (en el caso del Ñoño, en febrero abrió sus puertas la terminal nueva de Sahagún, que se suma a otros proyectos de inversión regional impulsados por él por 115 mil millones de pesos), no ha sido la constante y no hay expectativa de que se vuelva a ver ese fenómeno tan fuerte en cabeza de los congresistas. No sólo porque casi todo lo de infraestructura lo lidera Vargas, sino porque no va a haber tanta plata para cupos indicativos.

"La situación no está buena, el presupuesto viene recortado para todo el mundo... el Ministro de Hacienda no hace sino decirle a los congresistas que no hay plata", nos dijo un congresista que ha gestionado mermelada.

Pero a pesar de la infraestructura que anda y se publicita, durante el primer año de Santos II en la región Caribe no ha sido claro cómo se van a disminuir las brechas regionales.

Además, al decir de un analista que consultamos y prefirió no ser citado, paralelo a las obras el Gobierno se ha hecho el de la vista gorda con los avales que partidos de la Unidad Nacional han dado para las regionales de este octubre a candidatos cuestionados que perpetúan mafias en el Caribe.

Muchos de esos avales han sido entregados con el visto bueno, precisamente, de Vargas, vía su brazo político en el Caribe: el exalcalde Barranquillero Álex Char. Ese exmandatario, que aspira a la reelección, fue delegado por Cambio Radical, el partido del Vicepresidente, para avalar los candidatos del Caribe.

En ese camino, como lo ha contado La Silla, el vargasllerismo hizo alianza con los Gnecco del Cesar, con los Cotes en el Magdalena y siguió apoyando al grupo que llevó al poder al cuestionado Kiko Gómez en La Guajira. 

El Gobierno Nacional 

A nivel nacional, el Presidente Santos tuvo un año duro y con resultados menos positivos.

Después de una dura y enconada campaña electoral que amenazó su permanencia en el Gobierno, Juan Manuel Santos logró permanecer en Casa de Nariño como un ganador, con una amplia y diversa coalición política detrás y con un cheque en blanco de los colombianos para que firmara un acuerdo con las Farc.

Prometió liderar cambios históricos en tres frentes: en la educación, en la equidad y en la paz. E hizo una invitación amplia a favor de la unidad.

“Eso es lo que les propongo: Que caminemos JUNTOS, que trabajemos JUNTOS, por lo que NUNCA nos habíamos imaginado como país”, dijo en su discurso inaugural.

Un año después, poco queda de ese aura de trinfalismo. Este siete de agosto, el Presidente termina con la favorabilidad de tan solo un tercio de los colombianos y con una Unidad Nacional fracturada.

Como lo contó La Silla al terminar el actual Congreso, la coalición de la Unidad Nacional con la que ha gobernado Juan Manuel Santos desde que llegó al Gobierno perdió su disciplina en esta legislatura. Y en lo electoral, no logró tampoco volver realidad la orden del Presidente de ir con candidatos únicos en regiones donde existiera una amenaza de la oposición. Ni siquiera lo logró en Bogotá, donde el Vicepresidente Vargas terminó apoyando a Enrique Peñalosa para la Alcaldía en contra del candidato avalado por la U y el Partido Liberal Rafael Pardo.

“En lo electoral, el gobierno terminó siendo tan policéfalo como en el manejo del ejecutivo”, dice el analista político Carlos Suárez. “La articulación desde Palacio es muy poca”.

Suárez se refiere a una percepción generalizada y es que al interior de Casa de Nariño lejos de haber tenido un liderazgo fuerte y cohesionador, el Presidente Santos terminó delegando todos los temas menos el de la paz y abriendo el espacio para varios “feudos” independientes.

“La sensación es de un gobierno disfuncional y de una falta de liderazgo del Presidente hacia adentro”, dijo a La Silla un representante de gremio.

Durante este año, la percepción es que se conformaron en Casa de Nariño tres ejes alrededor de tres aspirantes a la Presidencia: el eje de Gina Parody, conformado por la ministras de educación, de Comercio Cecilia Alvarez y la Secretaria General Maria Lorena Gutiérrez junto con la Primera Dama; el del Vicepresidente, que tiene detrás suyo a los ministros de Vivienda, de Transporte, de Agricultura, y del Interior y que perdieron un pie en Palacio con la salida de Néstor Humberto Martínez; y el del ministro de Hacienda Cárdenas, que aunque más solitario tiene el sartén por el mango de la billetera.

Obviamente, en la mitad, hay varios ministros que no se alinean con ningún lado y que andan en lo suyo, pero que padecen los roces generados en Palacio.

“Santos no es un jefe político”, dijo una persona que lo conoce bien. “Si lo fuera lideraría algún cuento, recogería banderas, causas. Él es un buen administrador de un gobierno moderado, de centro, técnico, con muy bajo ingrediente político, que no genera pasiones y que quiere hacer las cosas bien. Ofrece buenos resultados pero no cuenta una historia que mueva a su gente en la misma dirección. Por eso, al final, se imponen los proyectos individuales”.

Aunque los logros del Gobierno son importantes, como se han visto en el Caribe, la falta de un mensaje unificado que inspire y aglutine a los funcionarios pero también a los ciudadanos –que fue la nota que dominó el primer gobierno Santos- se mantuvo durante este primer año, a pesar de que esta vez el Presidente había sido elegido con el impulso del discurso de la paz.

A esto se unió, un revés en la economía, que por primera vez durante este gobierno se convirtió en una de las principales preocupaciones de los colombianos.

“Un año de cierre de una negociación de paz es siempre el más difícil. Más un año de elecciones que no hace sino dividir. Y a esto se le combinó que la economía se vino al piso porque uno de cada tres presos depende de la renta minero-energética.  Son los tres ingredientes de una tempestad perfecta”, dice la senadora Claudia López. “Pero el verdadero problema es que Santos subestima cada uno de estos efectos sobre la población y se la pasa con un discurso propagandístico que no tiene nada que ver con nuestra realidad cotidiana”.

La paz 

Todos los consultados coinciden en que más allá de los logros en otros frentes, el Presidente Santos decidió este año –como lo prometió entre primera y segunda vuelta- jugarsela toda por la paz. Y que al poner todos los huevos en esa canasta, la suerte de su gobierno ha quedado amarrada, para bien o para mal a la Habana.

“Lo importante de este año es que el Presidente demostró que está dispuesto a tomar todos los riesgos por salvar el proceso de paz”, dice Héctor Riveros, ex columnista de La Silla.

Los riesgos que asumió fueron muchos y costosos políticamente.

El primero fue mantener los diálogos a pesar de la ruptura del cese unilateral por parte de las Farc y a pesar de tener a todas las encuestas en contra.

Incluso, en su momento más bajo de popularidad, anunció la suspensión de los bombardeos como una medida de reciprocidad al cese unilateral y como una forma de avanzar en el desescalamiento del conflicto armado.

En plena crisis del proceso, su jefe negociador Humberto de la Calle anunció que el gobierno estaba dispuesto a negociar un cese bilateral del fuego antes de firmar el Acuerdo Final como lo querían las Farc y además, renunció a la idea de que los máximos responsables de la guerrilla tuvieran que pagar cárcel antes de hacer política. Por último, se acabó la regla terminante que había imperado en la negociación de que nada estaba acordado hasta que todo esté acordado y se arrancaró un programa conjunto de desminado entre Farc y el Batallón de Desminado del Ejército.

Pero quizás lo más revelador de los costos que el Presidente está dispuesto a asumir para lograr la firma de un acuerdo en la Habana, es que Santos se dio la pela de cambiar a un ministro de Defensa que se había convertido en un opositor público y privado al proceso de paz por uno que venía de la mesa de negociación. 

Y sobre todo, de –en plena oleada terrorista de las Farc- cambiar a una parte de la cúpula militar para poner a un comandante del Ejército que si bien tiene una trayectoria militar destacada es visto dentro y afuera de las Fuerzas como un hombre más alineado con unas fuerzas militares para el posconflicto.

Hay otros frentes relacionados con la paz, que el Presidente Santos parece haber descuidado: el ministerio para el posconflicto está en coma desde que el general Naranjo renunció porque no logró encontrar un margen para actuar; las entidades relacionadas con la paz están entre las que más sufrieron un corte presupuestal como lo mostró La Silla; y quizás, el frente más preocupante, es que se ha hecho el de la vista gorda con los avales que partidos de la Unidad Nacional, especialmente el del Vicepresidente, han dado para las regionales de este octubre a candidatos cuestionados que perpetúan mafias, incluidas las del Caribe.

Aun con esos lunares, la negociación en la Habana sigue avanzando, ahora con mesas paralelas para lograr encontrar una fórmula de justicia transicional que permita destrabar el punto más difícil de la negociación.

El Presidente Santos está confiado en que esto se lograra este año y que la popularidad de su gobierno tendrá un giro radical.

Quizás sea así pero quizás no, porque como dijo uno de los analistas consultados, el gobierno no ha logrado todavía ofrecer una visión de futuro a partir de la paz.  De pronto durante este segundo año…

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