La campaña de Pacho Santos a la Alcaldía de Bogotá estrenó hace dos semanas una nueva estrategia, además de la que ya se conocía de clonar a Uribe en Bogotá. Ahora además de Uribe, los senadores y representantes que tienen algo de representación en la capital, saldrán a las calles con el candidato.
Esas salidas se hacen sobre todo los fines de semana, y cuando está Uribe, se hacen a puerta cerrada por cuestiones de seguridad. El resto de la semana, Pacho hace campaña solo. La Silla lo acompañó:
Fotos: Pablo Orozco
Pacho sin Uribe“Oye, espera. Deberías acompañarnos el sábado. Ese día vamos a hacer campaña con el doctor Uribe. Es que cuando es con el doctor Pacho nos toca invitar e invitar a la gente y la gente no va. En cambio con el doctor Uribe sí llega todo el mundo”, me dice un muchacho muy joven, universitario, vestido con el chaleco azul de la campaña de Francisco Santos a la Alcaldía. Acaban de terminar las dos horas y media en que Pacho Santos estuvo entregando volantes en la calle, entre la 76 y la 69 arriba de la avenida Caracas, acompañado sólo por una veintena de jovencitos, un montón de afiches y volantes con su imagen y la del ex presidente y dos pancartas aún empacadas en plástico transparente con la pregunta “¿usted sabe quién es el candidato de Uribe?” La pregunta no sobra. Según la última encuesta de Ipsos, por cada tres uribistas que están pensando en votar por Enrique Peñalosa, que está punteando la carrera por Bogotá, uno piensa hacerlo por Pacho, que se ha mantenido estable en el cuarto lugar desde que empezaron las mediciones. Pero más allá de las encuestas, en las calles, Pacho tampoco logra despertar el fervor uribista de su padrino político. Al menos no cuando hace campaña solo, sin Uribe. Desde que se bajó de su camioneta, Pacho se puso un chaleco contramarcado con su nombre que alguien le prestó y no paró ni un segundo: corría entre los carros para entregar volantes, detuvo a la gente en la calle para presentarse, se acercó a los puestos de venta ambulante para oír sus preocupaciones, entró a las tiendas y pidió permiso para pegar afiches. “Mire cómo estaba Colombia en el 2002, y mire cómo la dejamos nosotros. Vamos a hacer lo mismo en Bogotá. Esto es con seguridad, con firmeza. Necesito tu ayuda y la de tu familia”, repite el candidato una y otra vez a todo el que le da la oportunidad. Porque no son todos. Aunque hay gente que se acerca por su cuenta, a muchos hay que convencerlos para que acepten tomarse la foto, saludar al candidato y oír sus propuestas. De eso se encargan tanto su jefe de prensa como el candidato número 12 de la lista al concejo, Oscar Benardinelli, que está encargado de la localidad de Chapinero. “Es que ahora están de afán pero (hace unos días) fuimos a la segunda calle del barrio Venecia y Pacho se demoró 45 minutos en atravesar una cuadra”, dice su jefe de prensa. Para Pacho este punto de la ciudad es estratégico, no sólo porque es uno de los lugares donde más roban, sino porque aquí hay parte de su electorado de los estratos 2, 3 y 4. Sin embargo, muchos pasan de largo cuando lo ven. Cuando Pacho se acerca a los carros, algunos conductores lo saludan, le dan la mano, lo dejan decir algo. Otros, cierran la ventana, o aceleran antes de que el candidato esté muy cerca. “Ahí va el próximo alcalde de Divercity… ¡Payaso!”, le grita un hombre en una bicicleta. Casi de inmediato, Pacho se voltea y le grita de vuelta: “¡venga y lo invito a una vuelta gratis en la rueda de Chicago!”. El insulto, que ya es viejo en las redes sociales, no pasa desapercibido para el candidato que me lo recuerda más tarde, sentado en su camioneta. “Y me han dicho…”, dice, pero antes de terminar la frase, me mira y cambia de tema. “Pero no. La verdad es que ha sido muy poquito. Me ha impresionado la poca agresividad”. Lo que sí es común, en cambio, es la crítica de que los candidatos sólo van a buscar a la gente cuando están en campaña. “Ojalá se acuerde de nosotros si gana. Después de las elecciones no nos vuelven a mirar”, dicen muchos. Sin embargo, Pacho parece optimista. “Esto va a cambiar. (Juan Manuel) Santos se la está jugando toda, con tal de pararnos. Y la sordina de los medios. Es que el único que no tiene padrino soy yo. Peñalosa tiene a Germán Vargas Lleras. Pardo y Clara (López) tienen a Juan Manuel Santos.” – ¿Y Uribe?–, pregunto. – Ah, sí. Uribe... ¡Uribe es un crack!–, dice. – ¿Cómo sería su campaña sin Álvaro Uribe?, le pregunto antes de despedirnos. – Igual. En las calles, con la gente, responde Pacho. |
Pacho con UribeCon sólo dar un paso dentro del Polideportivo de Ciudad Bolívar, el enjambre de escoltas de Álvaro Uribe se aprieta. El Polideportivo está casi vacío todavía, al menos por la cantidad de sillas vacías ordenadas en fila desde la tarima hasta el final del recinto. Sin embargo, los pocos que llegaron tan puntuales como el ex presidente se agolpan a su alrededor: lo quieren tocar, abrazar, tomarse fotos con él, contarle sus problemas, que son desplazados, que este gobierno no los ayuda, que Petro no ha hecho nada contra la inseguridad. Lo elogian, lo aplauden. Son menos de 10 metros que separan a Uribe de la tarima, y del sótano donde aguardará con sus escoltas y los dos o tres congresistas que vinieron con él hasta que el salón esté lleno y comience el evento. Pero él tarda varios minutos antes de lograr subir. En el fondo, el dj vuelve a darle “play” al jingle que se repite una y otra vez mientras el animador, con micrófono en mano y la camiseta del "URIBE Centro Democrático", convoca a la gente a la “fiesta democrática, con nuestro máximo jefe, Álvaro Uribe y el próximo Alcalde de Bogotá, Francisco ‘Pacho’ Santos”. Pacho Santos entra de último. A él, en cambio, sólo lo acompañan tres personas. “Estaba en el baño”, me dijo uno de sus asesores que ahora lo apura para llevarlo al sótano donde ya ésta el ex presidente Uribe. El evento no es solo por fervor y hay incentivos para asistir. Como si fuera un concierto, todos los asistentes portan una boleta que está contramarcada con el tiquete para participar en la rifa de dos iphones y un ipod que se entregarán al final. A la entrada, un equipo de personas vestidas de blanco les entregan además el volante para reclamar el refrigerio. Las boletas las repartieron el día anterior los líderes y los aspirantes a edil en los barrios de toda la localidad. El menú del evento incluye una comparsa de las viejitas, vestidas con traje de cumbia que bailan al son de carranga, la presentación del combo de raperos de Ciudad Bolívar y el gran final a cargo del imitador del reguetonero “J Álvarez” del programa de Caracol “Yo me llamo”. Por fin, casi media hora después, y cuando el coliseo está a reventar, los invitados suben a la tarima. Se sientan en hilera mirando hacia el público. Uribe aleja su silla de la mesa y la acerca del público que no ha bajado la cámara fotográfica desde que volvió a la tarima. Trata de acomodarse pero entonces empiezan a llegar niños hasta su lado que lo abrazan y se toman fotos con él, primero uno y luego en desbandada. Pacho, sentado a su lado y casi siempre solitario, mira al púlpito donde Diego Molano, la cabeza de lista uribista al Concejo, está dándole la bienvenida al público a su evento de campaña: “la Asamblea de celebración -adelantada- por el día del Amor y Amistad”. “Presidente, presidente, presidente” Uribe sonríe para las fotos y luego se acerca al borde de la tarima donde la gente está apretada llamándolo, pidiéndole que les firme autógrafos, que les hable, que los mire. Pacho recibe una cámara y toma algunas fotografías. Luego, también se acerca al borde de la tarima. A él también lo tocan, también le toman fotos. Luego ambos vuelven a sus sillas y otra vez, es a Uribe al que llaman para que vuelva a acercarse. “Démosle la bienvenida al mejor presidente que ha gobernado Colombia”, grita Molano y le pasa el micrófono a Uribe. Mientras Uribe está en tarima, algunos de sus seguidores se apuran: una mujer que dice ser desplazada, me pide una hoja de mi cuaderno para escribirle una nota dirigida al “señor Presidente Uribe”. El mensajero es Pacho, que está más cerca a ella. “Ellos son lo mismo, ¿no?”, dice. Otras tres personas también me piden hojas, pero el último me solicita además que yo escriba la nota porque él no sabe escribir. Todos son desplazados, todos dicen que este gobierno, a diferencia del de Uribe, no les ha ayudado y por eso, quieren contarle su situación al “presidente”. Otro más le grita a la senadora Paloma Valencia que se acerque y le muestra algún documento que parece alguna decisión legal y que quiere que el presidente le ayude. Mientras tanto, Uribe habla del Sisbén, de Familias en Acción (“no hay con qué pagar Familias en Acción pero sí le suben dos millones a cada congresista”), de su tensa relación con el presidente Maduro, del discurso de la paz con los que “los quieren endulzar” a pesar de que Santos trata mejor “a las Farc” que a los soldados y policías y de “como este gobierno le promete a todo el mundo y no le cumple a nadie”. Temas nacionales, sobre los que Pacho no tiene ninguna competencia. “No todo lo podemos resolver en esta Alcaldía, yo no les quiero mentir”, dice Pacho cuando por fin llega su turno de hablar. Aunque Pacho siempre va detrás del ex presidente (entra después de él, camina detrás de él, habla después de él, la gente lo abraza después que a él), cuando éste se va, queda como protagonista. “Así como con Álvaro Uribe perseguimos a las Farc durante ocho años, en Bogotá, vamos a perseguir a la delincuencia. A él le aprendí lo que es la mano firme”, grita Pacho al público que ahora lo aclama emocionado a él, le gritan “Alcalde”, lo aplauden. Pacho habla de subsidios, de su propuesta en seguridad, de la universidad virtual para que la gente que trabaja pueda estudiar, de la atención al adulto mayor. La estrategia funciona: Uribe le transfiere a Pacho la emoción que él genera. Ahora, el polideportivo se transforma en un consejo comunitario bogotano, en cabeza de Pacho Santos que pasa el micrófono entre los asistentes que están más cerca a la tarima y oye sus preocupaciones. Son tantas, que en un momento, el candidato se sienta. Justo cuando Pacho recibe el micrófono, el ex presidente Uribe sale de la escena. Vuelve al sótano, y sin que nadie lo vea, sale del polideportivo hacia una cancha de fútbol en la parte de atrás, donde lo espera un helicóptero negro. Es el medio de transporte que hace omnipresente a Uribe, que ahora es solicitado en Villeta para acompañar a la candidata a la Gobernación de Cundinamarca, Nancy Patricia Gutiérrez. Su campaña es la que cubre los gastos. La presencia de Pacho en la "fiesta democrática" termina justo cuando en la tarima empiezan a agitar la urna de las rifas, antes, ya había bailado junto con Diego Molano y la comparsa de las viejitas. El candidato tarda mucho tiempo en poder salir del polideportivo. A diferencia del ex presidente, él sí sale a la vista de todos, por el corredor central que forman las sillas. Ahora, la gente no quiere dejarlo ir. |
Adelante Pacho con Mano firme y corazón grande para Bogotá !!
No soy abogado, ni Uribe lo necesita, pero le sugiero que si tiene la prueba de los 800 la presente. No se haga cómplice. 2. Los falsos positivos los organizaron militares que traicionaron su ética y a su patria. 3. En todos los países los organismos de seguridad escuchan sin permiso. Quien nada debe, nada teme. 5. Aún si se aceptara esta premisa, lo que en verdad significa es que no sabe nada de historia patria. La ignorancia es atrevida, claro que no lo digo por usted. 5. En la política se compran votos, eso es cierto. Le recomiendo ver la película Lincoln, claro si acaso sabe de quien le estoy hablando. 6. No está obligado a responder, como no le respondería a ud, pero si hubieran sido socios, como lo afirma Ud (a ellos no se les ha escuchado ni antes ni ahora tal cosa) no los hubiera deportado y por el contrario los hubiera protegido, precisamente para premiar su silencio. El de ellos, no el suyo pues es claro que Ud es un deslenguado, capaz de afirmar sandeces y calumnias.
Como dice el filosofo Maturana, perder es ganar. Yo creo que Peñalosa lo nombrara director de Canal Capital.
pacho sin fortuna es tan d malas q ni para eso le alcanza.
Cada referencia d pachito en LSV termina siendo humillante, no genera más q tristeza, pesar y hasta vergüenza ajena.
Por dios, pachito ya no despega, sufre d Furidependencia terminal. El favor más grande q le pueden hacer es precisamente no referirse más, … olvidarlo.