LA SILLA VACIA

?

El Ministerio de Ambiente anunció ayer que 12 personas fueron condenadas por causarle daños ambientales a la Ciénaga Grande de Santa Marta, incluyendo el hacendado que construyó un dique de 27 kilómetros para robarle decenas de hectáreas de tierra al complejo de humedales más grande del país, un caso que el ministro Gabriel Vallejo llamó “muy doloroso y muy traumático”. Sin embargo, las fotos de un sobrevuelo que hicieron funcionarios del Gobierno -que éste no ha hecho públicas y que La Silla publica por primera vez- demuestran que, más que una excepción, esos robos son la regla y que el gobierno Santos no ha dimensionado la gravedad de lo que está sucediendo allí.

“[El caso de la finca] Mendegua es solo la punta del iceberg; estas fotos demuestran que en verdad hay diez o veinte Mendeguas más. Si el ministro Vallejo está buscando una gran tragedia ambiental, acá la tiene. Y lo triste es que el Gobierno aún no se ha decidido a cuantificar la magnitud de los daños”, dice una persona que conoce la zona y que, como las demás fuentes consultadas, prefiere omitir su nombre porque trabaja a diario con las entidades ambientales.

Las fotos le dan la razón. La devastación es palpable en cada una de las 249 fotos que tomaron funcionarios de Parques Nacionales y de la Unidad de Gestión del Riesgo el 20 de junio, durante un sobrevuelo de unos 120 kilómetros en un helicóptero de la Policía, que hasta ahora no se han traducido en investigaciones.

Hace una semana esas fotos georreferenciadas fueron presentadas por Parques Nacionales en la última reunión del Comité Interinstiucional, que el gobernador Luis Miguel Cotes creó en marzo para abordar la crisis en la Ciénaga (después de que estallara el escándalo del dique y tras meses de alarmas lanzadas por científicos ambientales) y que reúne a una veintena de entidades (desde el Ministerio de Ambiente hasta la Policía y el Ejército). El compromiso al que llegaron al final de la reunión era que Corpamag -la corporación autónoma que es la autoridad ambiental en esa zona- haría las denuncias en la Fiscalía.

Diez días después, eso no ha sucedido. Por lo que no se ha podido dar el primer paso para entender quiénes son los empresarios ganaderos y agricultores que se han beneficiado de robarle a la Ciénaga tierras que son baldíos propiedad del Estado y de estos cuatro tipos de delitos ambientales, que hasta ahora han pasado por debajo del radar de Corpamag, la Gobernación del Magdalena y el Gobierno nacional.

Diques y desecamientos

A lo largo de toda la parte suroriental y suroccidental de la Ciénaga se ven, desde el aire, una serie de líneas que atraviesan o serpentean a través de potreros y ciénagas.

Son diques que los grandes empresarios de la zona han construido con retroexcavadoras, para aislar el agua a un lado y drenar pantanos -con la ayuda de motobombas y tubería de altas especificaciones- para convertirlos en potreros aptos para la ganadería y la agricultura. Como muestran las fotos, muchos de esos jarillones bordean grandes cultivos de banano y palma.

Esos terraplenes tienen otro efecto perverso. Al recortar el área inundable de la ciénaga, ponen la primera piedra para que se repita la debacle ambiental y social de la ola invernal en 2010 y 2011, cuando muchos humedales transformados no estuvieron en capacidad de absorber el exceso de agua de lluvia.

Como explica un experto en humedales, “no es que los humedales se le metieran a las fincas sino que las fincas se le metieron al humedal”.

 
Desvío de ríos

Si los diques le sirven a los empresarios para drenar el pantano y ganar tierra, la operación inversa también se ha vuelto una constante: en todo el margen oriental de la Ciénaga, han venido desviando el curso de los ríos que bajan de la Sierra Nevada de Santa Marta para irrigar sus cultivos de palma africana, banano y arroz.

Al captar ilegalmente esos caudales -una operación que hacen taponando las quebradas y luego dragando canales para que cambien de curso- el agua dulce deja de llegar a la Ciénaga y comienza a interrumpirse el ciclo natural del humedal, que debe desbordarse en época lluviosa y contraerse en la seca. Como el agua dulce se va quedando en el camino, la salinidad en la Ciénaga va subiendo (a raíz de la falta de oxígeno) y la vegetación y la fauna van sufriendo los efectos de vivir en agua casi marina. De hecho, la mayor tragedia en la Ciénaga hasta ahora -a finales de los años setenta- se debió a que se hipersalinizó, una realidad que el ambicioso programa de restauración de ProCiénaga en los noventa logró reversar con ayuda de Alemania.

Quizás el caso más dramático es el del río Aracataca, que tiene un islote de sedimentación (producto de los diques) en su bocana tan grande que es visible usando Google Earth y que prácticamente tapona por completo la llegada de agua dulce a la Ciénaga. Esa misma situación se observa en los ríos Sevilla, Fundación, Frío y Tucurinca y en muchas de las quebradas que los nutren.

 
Deforestación e incendios

Durante el año pasado y en lo que va de éste, el número de incendios en la Ciénaga se ha disparado. Y aunque estos 18 meses han sido el período más seco en la región en varios años, la mayoría son incendios deliberados que los hacendados usan para ‘desmontar’ y poder volver esa tierra potreros aptos para el ganado y la siembra. Eso ha convertido esta zona del Magdalena en uno de los puntos con mayor deforestación en el Caribe.

El modus operandi más común parece ser, como muestran las fotos en áreas como la de Condazo, lo que en la región llaman las ‘limpias del terreno’. Primero prenden fuego a los bosques de galería como los que protegen los ríos y también a los manglares que rodean la Ciénaga, para luego llevar las retroexcavadoras a que excaven con facilidad los troncos carbonizados de los árboles grandes.

La mayoría de esas quemas masivas pasan por debajo del radar, en una zona donde las estadísticas sobre incendios son precarias. Normalmente suenan en los medios cuando ocurren en la zona de la Vía Parque Isla de Salamanca, por su cercanía con Barranquilla, pero pasan casi por completo desapercibidas en toda la zona oriental, que está muy poco poblada, o en ciénagas pegadas como las de Contrabando y Tamaca.

Encima de eso, se han vuelto cada vez más frecuentes los incendios que duran varias semanas, probablemente ayudado por la agudeza con que el fenómeno del Niño ha azotado al Caribe en el último año.

Este viernes La W fue el primer medio http://www.wradio.com.co/noticias/regionales/8203cortina-de-humo-en-sant... en informar sobre un incendio en la zona oriental de la Ciénaga, al parecer entre Caño San Joaquín y Rincón del Guapo, que ya lleva dos semanas y que ese día recubrió varios rincones de Santa Marta de humo.

 
Mortandad de manglares

Uno de los efectos más notorios del robo de tierras a la Ciénaga es que en varios puntos, sobre todo de la zona sur (donde está uno de los dos parques nacionales), el agua se está llenando de sedimentación y los manglares están comenzando a morir a un ritmo acelerado.

Eso está llevando a que se contamine el agua, como se ve en las fotos aéreas en la capa de nata verde que recubre sectores del pantano y que delata los lugares donde el humedal perdió la capacidad de degradar la materia orgánica y volver reincorporarla. Esas condiciones son el caldo de cultivo perfecto para que proliferen las microalgas tóxicas llamadas cianobacterias.

El problema es que esa contaminación del agua puede convertirse en un problema de salud pública, al potenciar enfermedades de piel en los pescadores y también la contaminación de alimentos. En el último año y medio ya se han registrado tres mortandades de peces, la primera señal de alarma de que podría volver a repetirse la crisis social y de salud que hubo en la Ciénaga a mediados de los años noventa.

Igual de preocupante para las personas que conocen la zona es que, entre mayo y junio, se registró la muerte de cinco manatís por causas desconocidas, un fenómeno que no había sucedido antes y que también es un campanazo de alerta.

 

 

En el sector ambiental le atribuyen gran parte de la culpa de la debacle a Corpamag, una entidad politizada que se ha visto a gatas para ejercer su autoridad en temas ambientales y en que -como ha contado La Silla- es considerada en Magdalena un feudo del grupo político del representante de La U Eduardo Díaz Granados, miembro de una de las familias más poderosas del departamento y pariente de varios políticos cercanos a Santos (su primo Sergio fue ministro de Comercio y su otro primo Juan Pablo es el actual viceministro de desarrollo rural), antiguo integrante de su junta directiva, impulsor en el Congreso de la ley de sobretasas ambientales que financia el cuidado de la Ciénaga y padrino político del director de Corpamag Orlando Cabrera.

“Los daños son más que visibles. Por más que sea una zona de difícil gobernabilidad, por la presencia de los paras, esta evidencia amerita una investigación de fondo sobre lo que está pasando en la corporación autónoma”, dice otra persona del sector, añadiendo que la débil gestión ambiental de la Ciénaga Grande debería reabrir la discusión sobre qué hacer con las politizadas CAR que Santos prometió reformar y luego dejó quietas.

En Corpamag defienden que están adelantando las investigaciones, pero que aún no tienen el acervo probatorio suficiente como para llevar las denuncias a la Fiscalía. "Como evidencia son estupendas [las fotos], pero para actuar e identificar a los infractores necesitamos coordenadas más precisas porque hay una diferencia de cinco minutos con el track del vuelo", le dijo a La Silla Alfredo Martínez, el director encargado de Corpamag, explicando que hace tres semanas la corporación compró un drone de 170 millones de pesos para levantar esos datos. También dijo que en tres visitas que han hecho desde junio no han encontrado maquinaria y que, de todos modos, no pueden entrar a los predios sin una orden y si el propietario no se los permite. 

"Somos los primeros interesados en sancionar a los responsables y vamos a llegar a las últimas consecuencias con estos personajes. Confío en que en 15 o 20 días estaremos llevando los casos a la Fiscalía", añadió Martínez, que está encargado de Corpamag mientras Cabrera se repone de un problema de salud. (La Silla también se comunicó con el gobernador Luis Miguel Cotes, quien se comprometió a devolvernos la llamada pero nunca lo hizo).

En el sector también culpan de bajarle la caña al problema al Ministerio de Ambiente, que no hizo ninguna mención a los problemas de la Ciénaga en su informe este año a la Comisión Ramsar internacional, algo que -según tres personas del sector ambiental- dista mucho de la realidad que muestran las fotos y que son el efecto acumulado de años de triquiñuelas para ganarle metros a la Ciénaga y a una inexistente gestión ambiental.

Esa molestia se debe también a que el Gobierno no postuló a la Ciénaga para entrar a la ‘lista de Montreux’ de humedales en peligro en su cumbre de junio en Montevideo, pese a haber dicho en una reunión del Comité en marzo que revisaría el tema. Hacerlo habría permitido que la comunidad internacional viniera a la zona y ayudara a Colombia a entender por qué no está funcionando su gestión de la Ciénaga (un paso parecido al que Parques Nacionales hizo con éxito en Los Katíos en el Chocó, que acaba de ser retirado de la lista roja de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco tras un esfuerzo de seis años).

Lo paradójico es que este complejo de humedales del tamaño del Quindío tiene, al menos sobre el papel, uno de los niveles de protección más altos del país: contiene dos parques nacionales (el de la Ciénaga Grande y la Vía Parque Isla de Salamanca, que protege los manglares a orillas de la autopista entre Santa Marta y Barranquilla), está catalogado como sitio Ramsar (una convención internacional que protege los humedales con un valor hídrico excepcional) y también como Reserva de la Biósfera de la Unesco (los pilotos que creó la ONU para hacer un desarrollo sostenible en ecosistemas importantes).

x
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Fragmentos de bosque incendiado en la zona entre los ríos Sevilla y Aracataca, que descienden de la Sierra Nevada de Santa Parta hacia la parte oriental de la Ciénaga.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Desde el helicóptero de la Policía es visible uno de los incendios activos, que -según apuntan todos los indicios- son causados deliberadamente para liberar la tierra de la densa vegetación y hacer campo para potreros.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Este jueves La W se convirtió en el primer medio en hablar públicamente de un incendio que lleva casi dos semanas activo en la zona oriental de la Ciénaga.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Hasta el momento el Gobierno no ha medido la tasa de deforestación en la Ciénaga, aunque los incendios se han vuelto mucho más frecuentes en el último año y medio.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Uno de los mayores riesgos de la manipulación sin control del territorio con diques y desvíos es que los manglares, que regulan la ciénaga, se están empezando a morir por hipersalinización.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Como los empresarios han venido desviando muchos ríos de la zona occidental, el agua dulce va quedando en el camino, la salinidad en la Ciénaga va subiendo (a raíz de la falta de oxígeno) y la vegetación y la fauna van sufriendo los efectos de vivir en agua casi marina.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Desde el aire se alcanza a ver la gruesa capa de sedimentación que se ha acumulado en la zona sur de la Ciénaga.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    La nata verde que se observa del aire evidencia cómo el ecosistema ha venido perdiendo la capacidad de procesar los desechos orgánicos, remineralizarlos y reincorporarlos.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    El modus operandi que el sobrevuelo permite identificar incluye varios pasos: incendios para liberar áreas, diques para contener el agua, sistemas de drenaje para secarlos y alistamiento de terrenos para volverlos cultivables.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Dique alto que se observa en las cercanías de la Ciénaga de Contrabando, una de las muchas en el complejo de humedales. Al lado, un foco de incendio.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Área que sigue ennegrecida tras un incendio, probablemente ocurrido el año pasado.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Si los diques le sirven a los empresarios para drenar el pantano y ganar tierra, la operación inversa también se ha vuelto una constante: en todo el margen oriental de la Ciénaga, han venido desviando el curso de los ríos que bajan de la Sierra Nevada.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Aunque este sobrevuelo se realizó hace exactamente dos meses, hasta ahora ningún caso nuevo ha sido llevado a la Fiscalía por estos daños ambientales.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Las modificaciones que le han venido haciendo los cacaos del Magdalena a la Ciénaga amenzan gravemente este complejo de humedales que -con casi el tamaño del Quindío- es el más grande del país.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Vista aérea de los potreros ganados a la Ciénaga gracias a la construcción de jarillones.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Algunos diques que se han encontrado en la Ciénaga llegan hasta los 27 kilómetros de largo, como el que se descubrió en la hacienda Los Patos en Mendegua en marzo (cuyo dueño Rafael Hoyos aceptó cargos esta semana).
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Desde el aire es fácil observar las tierras que, mediante diques, los empresarios le han ganado a la ciénaga, como acá en el sector de Caño Condazo.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Un dique construido en las inmediaciones de Caño Ratón.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Se ven las huellas de los cultivos de arroz en la zona del caño Condazo.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    El ministro de Ambiente Gabriel Vallejo llamó “muy doloroso y muy traumático” el caso del dique de 27 kilómetros encontrado en marzo. Estas fotos muestran que la dimensión del daño en la región es decenas de veces mayor.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Algunos terraplenes llegan hasta los tres metros de altura de tierra removida.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    La gestión de la Ciénaga Grande demuestra las falencias del Gobierno y las corporaciones autónomas en la gestión de los humedales, que suman 30 millones de hectáreas en todo el país.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    No es fácil cuantificar la relación entre la emergencia invernal y la mala gestión de los humedales, pero el sector coinciden en que el costo de no cuidarlos bien es ser altísimo, como mostró la ola invernal de 2010-11.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    En el sector ambiental le atribuyen gran parte de la culpa de la debacle a Corpamag, una entidad politizada que se ha visto a gatas para ejercer su autoridad en temas ambientales.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    El Gobierno finalmente no postuló a la Ciénaga para entrar a la ‘lista de Montreux’ de humedales en peligro en su cumbre de junio en Montevideo, incumpliendo una promesa que había hecho en una reunión del Comité en marzo.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Las fotos demuestran que los delitos ambientale son mucho más comunes que lo que han admitido Corpamag, la Gobernación del Magdalena y el Gobierno nacional.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    El sobrevuelo que hicieron funcionarios del Gobierno demuestra que el uso de maqunaria para ganarle metros al humedal no es un caso excepcional, sino que se da con frecuencia.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Como explica un experto en humedales, “no es que los humedales se le metieran a las fincas sino que las fincas se le metieron al humedal”.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    La mala gestión de las autoridades ambientales en la zona ha disparado las alarmas de que, con una ola invernal como la de 2010 y 2011, de nuevo el agua pueda repetir los estragos ambientales y sociales de aquella ocasión.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Los diques interrumpen una de las funciones primordiales de los humedales, que deben expandirse en época invernal y contraerse en la de verano.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Los bordes rectos de las zonas incendiadas son una de las evidencias de que las quemas del bosque cenagero son deliberadas.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Uno de los modus operandi es hacer quemas de la densa vegetación, con lo que la tarea de las retroexcavadoras de levantar el rastrojo chamuscado se vuelve más fácil.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    A lo largo de la última década la frontera agraria ha sido ampliada fuertemente en la zona, a expensas de los humedales.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Aunque la Ciénaga Grande tiene dos parques nacionales, una protección internacional como humedal Ramsar y otra como reserva de la biosfera de la Unesco, su grado de deterioro es alarmante.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    En algunas zonas se pueden ver los daños ambientales, como diques e incendios, uno al lado del otro.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Para varios conocedores de la Ciénaga que consultó La Silla, las imágenes demuestran que la gestión ambiental de la región ha sido muy pobre.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Algunos incendios en la zona de la Ciénaga duran hasta tres semanas, con lo que se pueden consumir cientos de hectáreas de bosques de galería y de mangle.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Los parches de bosque incendiado se ven nítidamente desde el aire.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    En muchos casos los diques serpentean siguiendo el contorno del área cenagosa.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Dique que protege un área sembrada con palma africana en la zona del río Fundación.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Por ley no se debería titular a particulares las zonas de humedal, igual que sucede con las rondas de río o las playonas, que deben mantenerse como tierras baldías del Estado.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    El deterioro de muchos humedales fue una de las razones que agravaron los efectos de la ola invernal al comienzo del gobierno Santos, ya que muchos humedales transformados no estuvieron en capacidad de absorber el exceso de agua.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    En las inmediaciones del río Aracataca también se observan los diques que van paralelo a los límites de un cultivo de palma.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    La intensidad del fenómeno del Niño en la región ha facilitado que crezcan los incendios forestales, aunque los científicos que conocen el ecosistema creen que la mayoría de las quemas son intencionales.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    La Policía inspecciona un dique.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Fragmentos de troncos que delatan una quema.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Con motobombas como esta los agricultores y ganaderos de la zona drenan el agua de la ciénaga para dejar listos pastizales.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Una motobomba instalada en una zona de ciénaga.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Con estas retroexcavadoras los hacendados construyen diques de hasta dos metros de alto y 27 kilómetros de largo, que sirven para aislar el agua de un lado a otro y volver seca la tierra que solía ser inundable.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    Al instalar tubería que atraviesa los terraplenes se hace más fácil drenar el agua de un lado a otro.
  • interactive_pictures-field_interactive_pictures
    “La gran culpa no la tuvo el aguacero [en 2010-11], sino la cantidad de goteras que tenía el techo. A los humedales les hemos quitado los dobladillos donde se expandían, a los ríos les hemos alterado el curso con diques y jarillones. Lo que llamamos desastres son en realidad el agua recuperando los espacios que le pertenecen, porque nosotros podemos no tener memoria pero el agua sí la tiene”, dice Gustavo Wilches-Chaux, uno de los mayores expertos en gestión del riesgo en el país.
Perfiles relacionados: 
Gabriel Vallejo López
Luis Miguel Cotes Habeych
Julia Miranda Londoño
Comentarios - Cada usuario tiene la posibilidad de incluir solo tres comentarios
Mar, 2015-09-01 19:53

Muy buena la información y excelentes las fotos. Increible la desidia de Corpamag y de todos los samarios. En últimas, también la de nosotros que luego de leer descansamos y dejamos estos para conversaciones sociales sin mayor trascendencia. Siempre me pregunto y si el gobierno impulsara una ley en la que quien queme bosques o realice obras atentatorias contra algunos de los hábitats, perdiera su propiedad, no cesaría la acción de los vándalos? Algo similar a lo que ocurre con las viviendas donde se expende la droga. Es posible que la medida no sea la mejor alternativa pero creo que frenaría la acción vandálica. Debe hacerse antes de que sea tarde.

Lun, 2015-08-31 09:12

Viendo las fotos me dieron ganas de llorar, con razon tanto calor y falta de lluvias y no hay nadie con los huevos bien puestos para frenar y poner presos a esos terroristas que estan haciendo eso.

Lun, 2015-08-31 07:17

Una avalancha está fuera de control: Nada se puede hacer, salvo esperar a que termine la destrucción de todo lo que está a su paso. Cuando se rompe una presa, la situación queda fuera de control.

¿Así está el robo de la Ciénaga Grande? ¿Nos dedicamos a observar?

Esos robos requieren inversiones muy grandes, y esos inversionistas necesitan unas garantías mínimas. ¿Quiénes les dan esas garantías? Ya sé, los sospechosos de siempre, buenos muchachos y muchachas, impolutos e impolutas.

Lun, 2015-08-31 05:01

"Polders" holandeses, version local.

Dom, 2015-08-30 17:39

Muy informativo, gracias. Y excelentes mapas! Este es otro caso de acaparamiento de baldíos en zonas de protección ambiental, ligado a la expansión agroindustrial, la cooptación de autoridades regionales por intereses terratenientes y el silencio cómplice del gobierno central. Algo similar ocurre en las represas del Distrito de Riego de Marialabaja, Bolívar, donde continúa el despojo y se expande la palma aceitera sobre baldíos reservados. Obviamente, este acaparamiento se hace a costa de la des-territorialización de comunidades locales y la aniquilación de la agricultura campesina y la pesca artesanal. Qué pasa con los derechos de la población rural víctima? Dónde está la justicia transicional? Es así como se cultiva una paz 'estable y duradera' en el campo?

Añadir nuevo comentario