Avanzó en el Congreso el proyecto de reforma de “equilibrio de poderes” que, como se ha dicho y a diferencia de la percepción inicial, no es de poca monta. Al contrario, abarca varios –que a veces parecen muchos- temas relacionados con la conformación de los poderes públicos y la interrelación entre ellos. Tanto que algunos están diciendo: un momento, no tan rápido, no tantos, pensémoslo bien, etc, para pedir que más bien sólo se derogue el artículo de la reelección y lo demás se quede así, como si funcionara bien.
Pero más allá de la conveniencia y oportunidad de la reforma, literalmente contra todas las apuestas, en el Senado se aprobó en el segundo debate la decisión de que en adelante las listas para corporaciones públicas sean cerradas y cremallera, con una elección de transición, la del 2018.
Si eso llega hasta al final se habrá aprobado una enorme transformación a nuestro sistema político: que la plata de la campaña se administrará de manera unificada y exclusiva por cada Partido político. Se acabaría el espectáculo de cada candidato con una tula de dinero repartiendo a diestra y siniestra. Cualquier valla, volante o lechona será pagada por el Partido con lo que el control sobre el origen, el monto y el destino de los recursos de facilita.
Se acabará la feria de la plata, no porque de un momento a otro todos se conviertan a honestos. No. Se acabaría porque ya no habría incentivo para repartir dinero. Hoy el sistema comporta un incentivo perverso que induce a que los candidatos carguen la tula, pero con la lista cerrada ningún candidato tendrá interés en meter plata porque el voto no será para él sino para el partido.
No hay duda que los enormes gastos de las campañas son el origen de todos los vicios. La corrupción política tiene como principal motivador la “necesidad” de invertir miles de millones de pesos en una campaña personal y esa feria de dinero que se vive en las elecciones es también la causa de uno de los más grandes males que afecta al Congreso en particular, pero a todo el sistema en general que es la falta de legitimidad.
Valga decir que los chorros de plata son a la falta de confianza en el Congreso, lo que la reelección es para el ejecutivo y la “rosca”, la mora y el clientelismo a la justicia, todos han sumido a todo el sistema en la más profunda crisis de desconfianza (legitimidad) que se haya vivido en la historia y todas ellas se tocan de alguna manera en esta reforma “sancocho” como la llaman quienes la han criticado. (El sancocho, servido en hoja de plátano, al lado de un río es el paseo más apetecido por los colombianos, excepto el estrato dieciocho bogotano al que le parece “guácala” y prefiere el sushi).
La lista cerrada ataca de lleno lo más perverso del sistema. Los escépticos han dicho que no se aprobó para ya, que no hay verdadera intención de reformar nada y etc, etc. Claro que sería mejor desde ya, pero hay que considerar que a quienes toman la decisión les están pidiendo que cambien las reglas de juego que les han servido para ganar. Como algún congresista dijo durante los debates: “aquí (refiriéndose al Congreso) no hay ningún perdedor, todos los que están sentados ganaron las elecciones” y lo hicieron con las reglas que se les pide que cambien, pero más todavía, respecto de un alto porcentaje de ellos, un sector de la opinión les pide que cambie las reglas para que ellos no salgan elegidos, así que el desafío es doble y por supuesto la decisión no es fácil de tomar.
Ahora, lo malo de la lista cerrada es que sea cerrada. Claro que es mejor que el elector pudiera elegir entre los candidatos. Claro que hay el riesgo de que las directivas de los partidos terminen apropiados de las listas y poniendo en los mejores lugares a su rosca y etc, etc, pero aun así ese sistema es mucho mejor que el de las tulas de plata.
Se podrán tomar algunas previsiones para democratizar los partidos, eventualmente que se hagan unas primarias, pero no sería democrático obligar a los Partidos a serlo. Un partido tiene derecho a adoptar una organización interna que no sea propiamente democrática. Los estatutos del Centro Democrático son una buena muestra de ello. Cada ciudadano optará por pertenecer o simpatizar con un partido en función –entre otras-de si percibe que su organización es democrática o no.
Ojala la ciudadanía se adueñara del propósito, no de cerrar las listas, sino de acabar con la feria. El costo de acabarla es cerrarlas pero bien vale la pena pagarlo. Uprimny pide que lo pensemos mejor, que lo dejemos para después, pero ¿Cómo para cuándo?.
A la propuesta de la lista cerrada le han colgado las senadoras Sofía Gaviria, Viviane Morales, Paloma Valencia y Claudia López la obligación de que sea “cremallera” es decir que en el orden se intercale una mujer y un hombre y así sucesivamente. Eso sí ya es la revolución total. La propuesta ha pasado en los dos debates en el senado cuando nadie esperaba que pudiera ocurrir, pero de ese cambio -que sería de magnitudes históricas- hay que hablar más despacio. Por ahora valga decir que, otra vez, ojala la ciudadanía se apropiara de ese cambio y generara un clima de opinión que hiciera imposible devolverse de la decisión del Senado. Si los que quieren el cambio se inventan todo tipo de peros, será muy fácil desmontar lo que va. La decisión no es solo del Congreso y los ciudadanos no son meros espectadores.
He leido varias columnas de este comentarista y uno se extraña de tanta ingenuidad. Listas cerradas se elaboraron durante todo el Frente Nacional y muchos años después hasta la Constitución de 1991. No era difícil elaborarla. El jefe del partido escogía a dedo la composición. Allí aparecían los más cercanos al Director del partido, se incluían algunos que tenían mucho renombre y uno que otro que a falta de votos entregaba un generoso cheque con muchos ceros a la derecha. De Turbay se decía que utilizaba el bolígrafo y de idéntica manera obraban los políticos regionales. Por el abuso en esta forma de componer las listas provino la división liberal con grupos como el MRL de López, el Nuevo Liberalismo de Galán, etc, etc. Recuerden que Uribe se lanza como liberal pero por fuera del liberalismo. Las convenciones producían risa pues los convencionistas iban a aprobar lo que hubiera dispuesto el Jefe del partido. Despierte, hijo. Léa mucho antes de comentar bobadas.
JA los congresistas deberían dedicarse a trabajar sobre otros temas que hoy por la patria urge, pero no dedicarse a tender sofismas de cambio y de ponerle fin a la corrupción, esto como si el diablo enviara las velas para la misa y seríamos ingenuos los colombianos si creemos que por va el fin de la corrupción, pues tengamos claro que la corrupción no existiera sino existieran los corruptos, entonces hay que acabar es con los corruptos y ellos mismos cómo se van a dar veneno, si quieren acabar con la corrupción que renuncien y que por lo menos condenen a los que están en la lista con procesos en la fiscalía o en los entes que les corresponde ser investigados. así si, como dice el dicho "muerto el perro, muerto el chande".
Que articulo tan ingenuo!La malicia indígena nos señala que la relación de compra venta de votos pasa de candidato a votante a partido votante. El sistema de lista cerrada, no acaba con la corrupción, solo la reestructura.
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De llegar a pasar la CERRADA, queda la exigencia al interior d los partidos, cosa nada fácil ante tanto egoísmo politico liderado precisamente x quienes dirigen. Hay partidos a los q esa lista les queda muy fácil definir sus primeros renglones con un ppal q arrastre a los demás, s el caso del Polo con Robledo, incluso d los Verdes n este momento con Claudia; el resto s para q se coman vivos unos a otros; acostumbrados a manejar la tula no les será fácil aceptar x/y lugar n la lista. X eso no hay q cantar victoria.
Interesante q se atreva a decir q el Centro dictatorial, ve perdón Democratico, NO SEA DEMOCRÁTICO. Se le chispotio?.
Ahora Riveros, eso d empoderar al ciudadano dl común, ese q en su mayoría es abstenciónista y q x falta d educación d todo tipo, no alcanza a conocer ni siquiera el concepto básico d participación y democracia, s atribuir responsabilidades al viento. Creo q s aquí donde los medios, analistas, opinadores TIENEN una responsabilidad social q cumplir.