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Sábado Junio 10, 2023

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La agricultura es uno de los sectores que más contribuye al cambio climático (debido a las emisiones de gases de efecto invernadero, que generan casi un tercio de las emisiones mundiales) y, al mismo tiempo, uno de los más afectados por sus efectos. 

Para el 2050 la temperatura en la zona andina podría aumentar en cifras cercanas a los 2 grados centígrados, según un informe del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) de la ONU en Palmira. Este fenómeno climático podría tener efectos drásticos en ciertos cultivos y en los campesinos que viven de ellos: disminuiría la productividad de las cosechas como el café, fríjol, maíz y papa, bajaría la calidad, cambiaría las alturas en las que siembran productos icónicos comos los cafés especiales y obligaría a los productores a reinventarse. 

Colombia, que tiene emisiones de gases relativamente bajas (el 0.4 % de las mundiales) pero es muy vulnerable a sus efectos, presentó hace dos meses su propuesta nacional de cara a las negociaciones cruciales en diciembre para el tratado que reemplazará al de Kioto: el país reducirá sus emisiones de gases en un 20 por ciento para el 2030.

Esta meta ambiciosa significaría una serie de cambios en el sector agropecuario. Y abre muchas preguntas: ¿cómo puede el sector agropecuario contribuir en la reducción de emisión de gases de efecto invernadero? ¿Qué tipo de adaptaciones debe llevar a cabo dicho sector? ¿Cuáles son las oportunidades y desventajas del cambio climático en el sector?  

Para hablar del tema invitamos a “La Silla Llena los domingos” a dos expertos de La Silla Rural. Ellos son Jeimar Tapasco, ingeniero agrónomo que lidera el trabajo de cambio climático del Centro de Agricultura Tropical (CIAT) y Natalia Gómez, especialista en desarrollo rural y sostenible que trabajó dos décadas en el Banco Mundial.

Aquí comienza “La Silla Llena los domingos”.

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Jue, 2015-11-12 17:31

El daño está hecho y lo queda es mitigar y adaptarse de la manera más rápida y a un menor costo. La agricultura de revolución verde firmo su sentencia de muerte con ese desbalance hídrico y energético que promueve. Las tecnologías exóticas que se anuncian con la venia del BM y otros fondos subsidiarios como el GEF, como la llamada agricultura climáticamente inteligente y demás, dudo muchísimo que estén al alcance de los pequeños y medianos productores por cuestión de tiempo, costos y resultados. Existen una serie de técnicas muy básicas que pueden mitigar los demoledores efectos de la variabilidad climática y pueden comprobarse en muchas fincas:las prácticas ecológicas. A esto habrá que incluir cadenas cortas de comercialización, reducción en las altísimas pérdidas de pos cosecha y la necesaria educación del consumidor. Necesitamos un nuevo modelo que sin sobrecostos, ahorre agua, reduzca su huella de carbono, cicle nutrientes y vele por por el bienestar del agricultor.

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