Este domingo son las elecciones parlamentarias en Venezuela. ¿Colombia debería jugar un papel más activo para garantizar la transparencia de esas elecciones?
Por supuesto, el gobierno de Colombia ha sido tímido frente a las evidentes violaciones a los derechos humanos y a la democracia en Venezuela.
El gobierno ha desaprovechado visitas internacionales de alto impacto para denunciar como la inestabilidad política del régimen de Maduro afecta a Colombia con casos tan graves como el del cierre de la frontera.
Y, aunque el Congreso ha emitido algunos pronunciamientos, sería valioso que una comisión del legislativo estuviera presente en las elecciones como observador, para luego dar cuenta en Colombia de lo ocurrido durante este día.
A veces hace falta conocer la realidad en persona para adoptar posturas más fuertes y menos tibias.
Las elecciones de Venezuela en primer lugar, son un asunto Venezolano. En segundo, habría que preguntarse qué piden los diversos actores de la política venezolana a la "comunidad internacional". En una sociedad polarizada hay múltiples posturas en las cuales hay que precisar un rumbo de actuación, en este caso del Gobierno colombiano.
En mi opinión, el gobierno colombiano debe mantener una postura discreta y no intervenir en los asuntos electorales venezolanos por varias razones.
Primero, no tenemos autoridad para referirnos a un sistema electoral y una competencia política pues estos son temas en los que Colombia no tiene autoridad: ésta es una precaria democracia plagada de ilegalidad y violencias. Además, como país vecino y frente a una sociedad polarizada como la venezolana, lo prudente y pertinente es mantener distancia.
En Colombia la comprensión de lo que ocurre en Venezuela es demasiado precaria y las lecturas son de abierta descalificación al Gobierno Maduro y apoyo total a una oposición que se valora como perseguida y civilista, lo cual no es cierto. Y por otro lado, visones de un apoyo irrestricto a la llamada Revolución Bolivariana.
Nos convendría más información y análisis, de una realidad bastante compleja y llena de grises, en todos los contendientes en la política Venezolana.
En la sociedad Colombiana puede haber todo tipo de posturas frente a lo que ocurre en Venezuela: podemos apoyar, criticar, controvertir. Pera al gobierno colombiano le corresponde discreción y prudencia: esa debe ser la línea de actuación frente a una nación que busca un rumbo y solo Venezuela debe tramitar este intenso debate político sin injerencias de ningún tipo.
Indudablemente. Es deber de un Estado Democrático propiciar por intermedio de los canales respectivos la promoción de la pluralidad, la garantía la verdad electoral, y sobre todo generar un escenario de debate de las ideas y apuestas programáticas para que soberanamente el pueblo decida sin ningún tipo de presión política o expresión de violencia.
Colombia debe solicitar más transparencia electoral, una estricta veeduría internacional y la configuración de un sistema electoral con representación de todas las fuerzas políticas debido a que hoy está capturado por el gobierno, haciendo ilegítimo el sistema electoral.
Creo que sería desastroso que intentar hacerlo. No porque me guste el régimen venezolano, que hace agua por todas partes y revela de manera inequívoca su naturaleza brutal y represiva. Sino porque la obligación principal de los gobernantes colombianos es con nosotros, los ciudadanos de este país.
Dados nuestros problemas endémicos, Colombia se encuentra en una complicada relación de interdependencia con Venezuela. La participación del gobierno de Maduro en el proceso de paz ha sido clave. No podemos rifar los avances del proceso por una reacción puramente emocional; concentrémonos en terminar la tarea y en sentar las bases para la reconstrucción de nuestra sociedad y nuestro estado.
Aparte de esto, nuestras relaciones económicas con Venezuela siguen siendo fundamentales. Y tomar un curso de colisión con el régimen venezolano nos podría crear problemas con muchos otros países de América Latina, estropeando uno de los logros más importantes de los últimos años, nuestra reincorporación al concierto de naciones en el continente.
La orientación de la actual canciller, que manifiesta de manera prudente los reparos ante las derivas anti-democráticas y represivas de Maduro, y que intenta defender los intereses de los colombianos en el vecino país, es la correcta. Colombia no tiene ni el margen de maniobra ni el poder para esperar jugar un papel positivo más allá de eso.
Representante a la Cámara por Antioquia, Centro Democrático.
Por supuesto, el gobierno de Colombia ha sido tímido frente a las evidentes violaciones a los derechos humanos y a la democracia en Venezuela.
El gobierno ha desaprovechado visitas internacionales de alto impacto para denunciar como la inestabilidad política del régimen de Maduro afecta a Colombia con casos tan graves como el del cierre de la frontera.
Y, aunque el Congreso ha emitido algunos pronunciamientos, sería valioso que una comisión del legislativo estuviera presente en las elecciones como observador, para luego dar cuenta en Colombia de lo ocurrido durante este día.
A veces hace falta conocer la realidad en persona para adoptar posturas más fuertes y menos tibias.
Investigador, Fundación Paz y Reconciliación
Las elecciones de Venezuela en primer lugar, son un asunto Venezolano. En segundo, habría que preguntarse qué piden los diversos actores de la política venezolana a la "comunidad internacional". En una sociedad polarizada hay múltiples posturas en las cuales hay que precisar un rumbo de actuación, en este caso del Gobierno colombiano.
En mi opinión, el gobierno colombiano debe mantener una postura discreta y no intervenir en los asuntos electorales venezolanos por varias razones.
Primero, no tenemos autoridad para referirnos a un sistema electoral y una competencia política pues estos son temas en los que Colombia no tiene autoridad: ésta es una precaria democracia plagada de ilegalidad y violencias. Además, como país vecino y frente a una sociedad polarizada como la venezolana, lo prudente y pertinente es mantener distancia.
En Colombia la comprensión de lo que ocurre en Venezuela es demasiado precaria y las lecturas son de abierta descalificación al Gobierno Maduro y apoyo total a una oposición que se valora como perseguida y civilista, lo cual no es cierto. Y por otro lado, visones de un apoyo irrestricto a la llamada Revolución Bolivariana.
Nos convendría más información y análisis, de una realidad bastante compleja y llena de grises, en todos los contendientes en la política Venezolana.
En la sociedad Colombiana puede haber todo tipo de posturas frente a lo que ocurre en Venezuela: podemos apoyar, criticar, controvertir. Pera al gobierno colombiano le corresponde discreción y prudencia: esa debe ser la línea de actuación frente a una nación que busca un rumbo y solo Venezuela debe tramitar este intenso debate político sin injerencias de ningún tipo.
Representante a la Cámara, Movimiento Mira
Indudablemente. Es deber de un Estado Democrático propiciar por intermedio de los canales respectivos la promoción de la pluralidad, la garantía la verdad electoral, y sobre todo generar un escenario de debate de las ideas y apuestas programáticas para que soberanamente el pueblo decida sin ningún tipo de presión política o expresión de violencia.
Colombia debe solicitar más transparencia electoral, una estricta veeduría internacional y la configuración de un sistema electoral con representación de todas las fuerzas políticas debido a que hoy está capturado por el gobierno, haciendo ilegítimo el sistema electoral.
Director, Observatorio de Restitución de Tierras
Creo que sería desastroso que intentar hacerlo. No porque me guste el régimen venezolano, que hace agua por todas partes y revela de manera inequívoca su naturaleza brutal y represiva. Sino porque la obligación principal de los gobernantes colombianos es con nosotros, los ciudadanos de este país.
Dados nuestros problemas endémicos, Colombia se encuentra en una complicada relación de interdependencia con Venezuela. La participación del gobierno de Maduro en el proceso de paz ha sido clave. No podemos rifar los avances del proceso por una reacción puramente emocional; concentrémonos en terminar la tarea y en sentar las bases para la reconstrucción de nuestra sociedad y nuestro estado.
Aparte de esto, nuestras relaciones económicas con Venezuela siguen siendo fundamentales. Y tomar un curso de colisión con el régimen venezolano nos podría crear problemas con muchos otros países de América Latina, estropeando uno de los logros más importantes de los últimos años, nuestra reincorporación al concierto de naciones en el continente.
La orientación de la actual canciller, que manifiesta de manera prudente los reparos ante las derivas anti-democráticas y represivas de Maduro, y que intenta defender los intereses de los colombianos en el vecino país, es la correcta. Colombia no tiene ni el margen de maniobra ni el poder para esperar jugar un papel positivo más allá de eso.