La Silla Vacía llegó a ocupar su silla en La Habana (Cuba) para contar cómo se están llevando a cabo los diálogos de paz entre las Farc y el Gobierno Nacional, más allá del discurso y la foto oficial. Porque en este escenario pasa mucho más de lo que pasa frente a los micrófonos. La siguiente es una crónica que intentó ser en tiempo real, pero terminó siendo en el tiempo real cubano. Es decir, con retrasos por los inconvenientes en las conexiones a internet.
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(El contenido de este cubrimiento se actualiza cada tanto. Lo más reciente se puede consultar abajo)
El mensaje de la médica del ‘Mono Jojoy’
Más allá del micrófono y la foto oficial de todos los días cuando hay ronda de diálogos, está el resto de la delegación de las Farc, esa parte menos mediática de la historia de uno de los lados en la mesa.
Ambas delegaciones, Gobierno y Farc, están integradas por 30 personas y las Farc tienen en la suya a buena parte de sus cuadros más importantes aunque no todos conocidos y aunque se dice que, estratégicamente, no todos fueron escogidos por importantes. Unos corrían riesgo de captura o estaban enfermos. Eso se dice.
Buscandolos, y por intermediación de Andrés París, quien dicho sea de paso es el coordinador de las comunicaciones de la guerrilla, tuvimos durante nuestra semana en La Habana una cita con Laura Villa quien llegó apenas hace cinco meses, en el mismo grupo en el que arribó a Cuba el jefe guerrillero Pablo Catatumbo.
Laura Villa tiene 30 años, es médica graduada y asesora políticamente a los plenipotenciarios farianos en la mesa. Su chal al cuello y sus dos pares de aretes dorados no cuentan que lleva 10 años en las Farc y que era la médica y pupila de Jorge Briceño, el Mono Jojoy, quien murió en un bombardeo del Ejército en 2010.
Laura entró a la guerrilla justo después del Caguán y poco antes de que en la era Uribe ese grupo sufriera la arremetida más grande en su historia, así que le han tocado más bien los dolorosos de las Farc. El más doloroso, por supuesto, fue precisamente la muerte del comandante al que define como “un ser humano tierno, amable, un padre que le apostaba mucho a las mujeres de la organización”.
Dice que estaba a un kilómetro del sitio en el que fue bombardeado Briceño.
Se enteró de que vendría a La Habana, por decisión de sus jefes, el pasado 8 de abril. Y ese mismo día salió de la zona del Guayabero junto con Sergio Ibáñez rumbo a Cuba.
Las coordenadas exactas por donde saldría ella y el resto del grupo que arribó a La Habana por la época fueron las que reveló el expresidente Álvaro Uribe en un hecho que generó un pequeño terremoto de cuestionamientos en el Ejército y que le valió a Uribe una investigación por parte de la Fiscalía.
Villa cuenta que no le interesa mucho lanzarse a la vida política en caso de que se concrete el acuerdo. Ya sin armas, le gustaría más seguir enseñando medicina, como hasta ahora lo ha hecho en las Farc en donde por supuesto también ha combatido. Sin embargo, como asesora, cree que lo mínimo que debe lograr su parte de la mesa es la garantía del derecho a la vida.
Y que una vez logrado ese derecho, en el ejercicio de la política, lo más difícil será que las Farc transmitan su mensaje.
¿Bueno y cómo hacer política sin, al menos, pedir perdón a las víctimas?
La mesa en La Habana: mismo fin, distintas formas
Actualizo esta pieza periodística desde Bogotá, el 14 de octubre de 2013, después de ocho días en La Habana. Hace un día se cerró la décimoquinta ronda de diálogos, por primera vez desde que comenzaron, con discursos de las partes por separado y con un día de diferencia: primero, el vocero del Gobierno y jefe de la delegación Humberto de La Calle pidió a las Farc celeridad y que se ciñan al acuerdo general que se pactó antes de iniciarse las conversaciones, pues según el Gobierno la guerrilla trae temas a la mesa que se salen de ese marco.
Después, esa guerrilla respondió con un comunicado en el que aclaran que antes de firmar cualquier acuerdo es necesario convenir unas reformas institucionales que ayuden a acabar las causas de la guerra. Recuerdan que se sentaron a la mesa con el propósito de discutir y buscar solución a los problemas estructurales que generaron el conflicto -"La paz no es el silencio de los fusiles", advierten- E insisten en dos requerimientos básicos para ellos: blindar jurídicamente el eventual acuerdo para que un nuevo gobierno no lo desconozca (se refieren a la Constituyente) y para que no haya injerencia internacional (se refieren al tema de la justicia).
La delegación colombiana también regresó. Y la guerrilla se quedó en Cuba terminando de cerrar unos debates internos en los que llevan varios días. Todos quedamos un poco con las manos vacías: el punto de la participación política, uno de los más significativos ("el punto en que el que se paran de la mesa", como dijo una fuente en La Habana), porque de él depende el máximo ofrecimiento que hace el Gobierno a las Farc: hacer política sin las armas, no pudo ser chuleado en su totalidad. Quedó con pendientes. Pendientes que evidencian, como se lo dijo Andrés París a La Silla en esta misma crónica, que en este periodo a Santos se le acabó el tiempo para finiquitar un acuerdo.
El Gobierno se va con las manos medio vacía porque, aunque se redactaron varias cuartillas sobre el punto, no se logró evacuarlo del todo como aspiraba Humberto de La Calle, el jefe negociador.
Nosotros nos vamos con las manos medio vacías porque, aunque se había comprometido, finalmente el jefe de la delegación de las Farc Iván Márquez no nos cumplió la entrevista que nos había concedido a través de Andrés París ("Iván dijo que sí se las daba, pero no seas como el Gobierno: no me pongas plazos fijos", dijo París).
El cierre de este ciclo refleja, pues, una vez más el momento crítico por el que pasan los diálogos. Lo que, concluyo, sucede en La Habana es que hay dos partes sentadas a una mesa con una misma intención (ponerle fin al conflicto), pero con dos formas distintas para hacerlo.
Como si un matrimonio estuviera pensando en poner a producir una casa y uno hiciera los papeles para venderla y el otro planeara montar allí un negocio. Mismo fin, distintos planes.
Mientras el Gobierno concibe el proceso como un proceso de rendición a cambio de algunos acuerdos -como ya se probó en el punto agrario- y garantías en el tema de la justicia y para hacer política; el propósito de las Farc es todo eso y además discutir y solucionar los problemas estructurales del Estado que ocasionaron la guerra.
Este nudo es el mismo nudo de la Constituyente que quieren las Farc para garantizar que los compromisos adquiridos sean compromisos de Estado (Constituyente que no está en los planes de Santos), lo cual tiene que ver con las garantías en justicia y para hacer política.
“¿La rendición, pasar de Farc a partido, a cambio de qué si el Estado no cambia?”, nos dijo por ejemplo el jefe guerrillero Andrés París.
“Nosotros decimos que no estamos haciendo una revolución en la mesa. Entendemos que eso no es posible. Pero también entendemos que el mismo sistema en el mismo régimen se puede aflojar, se pueden generar mejores condiciones de vida”, agregó por aparte en una entrevista que publicaremos en esta crónica, Marcos Calarcá, otro de los plenipotenciarios.
Las Farc no quieren un proceso estilo M-19, en el que sólo cambien armas por la posibilidad de votos. De hecho, según nos reiteraron varios de sus miembros, Colombia no va a ver la foto de ellos entregando sus fusiles. Es más, creen que hay fórmulas alternas para que puedan hacer política sin haber dado ese paso previo.
“Un sector de las guerrillas liberales, en la época de Rojas, nunca entregó sus armas. Mandela sí las entregó, pero al Estado al que pertenecía. El simbolismo que hay en Colombia es que el que entrega las armas lo matan”, detalló otro jefe guerrillero en una conversación informal.
En las Farc hay convencidos de que la Constituyente del 91 no fue un tratado de paz que haya generado mayores cambios: “¿Cuál ha sido el cambio en el país desde que se hizo ese proceso? Eso no fue un proceso de paz. Un proceso de paz tiene que sentar las bases para que las causas de la guerra se acaben y la Constitución del 91 le abrió las puertas al neoliberalismo”, dijo Calarcá.
Por el otro lado, el del Gobierno, dicen que Sergio Jaramillo cree que muchos de esos cambios que plantean las Farc se pueden hacer pero durante la implementación del acuerdo y con la fuerza de los votos: “Él dice que aquí lo que estamos pactando es el fin del conflicto y que la paz se construye de aquí a 10 años”, explica una fuente.
Y dicen también que, frente a esos mismos planteamientos, De La Calle -quien fue el ministro del Gobierno en la Asamblea Nacional Constituyente del 91- advierte en privado que aunque hay bilateralidad en el diálogo el legítimo es el Estado que él representa.
Como lo contamos en La Silla hace poco, lo que nos dicen es que en la mesa estos dos hombres (De La Calle y Jaramillo) son los encargados de evitar que la discusión se salga una línea del acuerdo marco. Un asunto que no siempre es culpa de las Farc, que todos los días pretende poder agenda en los 10 minutos aproximados de micrófonos con los que cuentan por las mañanas, antes de entrar a la mesa. Hay fuegos mediáticos que llegan a La Habana desde Colombia con globos como uno reciente del Presidente, quien preguntó a su partido, el de La U, si estaría de acuerdo con la suspensión de los diálogos durante las presidenciales.
El nudo de los “cambios estructurales”, el de las dos formas distintas de llegar al fin del conflicto y firmar el acuerdo, explica el nudo de los tiempos de las partes. Pues mientras el Gobierno se ciñe al acuerdo marco y pone el pie en el acelerador, en las Farc están pensando, ya hemos dicho, en reformas que requieren más tiempo de discusión. Y eso no significa necesariamente que la guerrilla esté dilatando.
El Gobierno vendió la idea de un proceso de paz que se concretaría en un año frente a una guerrilla acorralada. Vamos en 10 meses y apenas dos puntos (con pendientes en ambos) de seis puntos por evacuar, con una guerrilla que, al menos en La Habana, desde su oralidad, no se ve nada acorralada y además advierte que ella nunca habló de tiempos y no muestra afanes.
En voz baja, gente alrededor del proceso dice que desde el principio se previó una crisis que los haría parar de la mesa. La guerrilla, en cabeza de Andrés París, ha dicho que está atornillada a las conversaciones. El Gobierno, aunque espera resultados más rápidos, no tiene intenciones de levantarse tampoco. Al menos por ahora.
El domingo pasado se levantaron todos. Por un rato. No es oficial, pero podría ser hasta finales de mes, cuando empiece una nueva ronda de diálogos.
La sensación al final es obvia y va más allá de los detalles del punto en el que estamos. Tiene que ver con el proceso en general: alguien tendrá que ceder. ¿Será el Gobierno, que se quiere reelegir y que, en ese sentido, no se puede dar el lujo de hacer negociaciones que le puedan generar más impopularidad? ¿O cederán las Farc que ya dicen que han cedido y que, luego de 50 años de guerra, aspiran a mucho más que unas curules a cambio de sus armas?
El viernes después del mediodía, luego de conocer la dinámica de un día de diálogos en el Palacio de Convenciones, volví a verme con Andrés París, uno de los plenipotenciarios de las Farc, quien prometió ayudar a La Silla a conseguir una entrevista con Iván Márquez el jefe de la delegación de la guerrilla.
"Iván ya sabe que estás aquí", me dijo ese día. (Y al día siguiente: "Iván aceptó hablar con La Silla". Un asunto periodísticamente prometedor teniendo en cuenta que Márquez se ha abstenido de hablar con los colegas que permanecen en La Habana. Y ha aceptado tener diálogos exclusivos sólo con algunos pocos medios).
París me citó por la tarde en el lobby del hotel Habana Libre (todos los hoteles cubanos son del Estado exclusivamente o en sociedad) y en presencia de alias Diana, otro miembro de la delegación fariana, habló así.
Al final, insistió en su compromiso de concretar el encuentro con Márquez.
Entrevista
"En este periodo a Santos se le acabó el tiempo para finiquitar un acuerdo con nosotros": Andrés París
¿El proceso va bien o va mal?
El país va bien porque tiene la mesa de dialogo funcionando en La Habana. La mesa va bien porque se mantiene la voluntad de las partes de continuar debatiendo las salidas que permitan la firma de un acuerdo Pero todo va mal porque siembre atraviesa las esperanzas del pueblo colombiano las matrices mediáticas que permanentemente están generando estados de escepticismo frente a la suerte de los diálogos. Ojalá los grupos mediáticos le explicaran a los colombianos qué es lo que significa lograr una solución negociada del conflicto.
Es claro que los tiempos de ustedes y el Gobierno son distintos. ¿Cuáles son los tiempos de las Farc?
Nosotros en el acuerdo general firmado con el Gobierno establecimos el compromiso de trabajar con la mayor premura posible, pero no quisimos comprometernos con unos plazos fijos. Hemos trabajado intensamente más nosotros que nos quedamos en La Habana porque la delegación del Gobierno se va cada nueve días y se toma unos ocho días de descanso en cada ronda. Una cosa tan complicada como es la paz no se puede acelerar. Yo no voy cuestionar las razones para acelerar pero cada vez mas entiendo que esos plazos no son objetivos y corresponden más a las necesidades políticas del gobierno. Tampoco vamos a decir que vamos a estar cien años acá, pero no puede ser apresuradamente.
Pero hay una realidad inminente y son las elecciones presidenciales. El futuro de los diálogos dependerá de quién llegue a la silla de la Casa de Nariño…
La misma pregunta que haces reconoce que los afanes son electorales y son del Gobierno. Son de las fuerzas de la coalición de Gobierno. Entonces la mesa para ellos también es una estrategia del poder. Nosotros no estamos inscritos en la candidatura ni precandidatura de la Unidad Nacional. Si a las fuerzas políticas les es útil promocionarse electoralmente, es mejor que hacia la campaña electoral se fortalezcan las banderas de la paz y está bien que el Presidente se fortalezca, pero también otros trabajan con fines electorales a partir del fracaso de la mesa. Así como lo hicieron en la época del Caguán.
Ese fracaso del Caguán golpeó mucho el corazón de los colombianos, muchos de los cuales ahora no les creen...
Lo emocional está vinculado a la aspiración de los colombianos a la paz y no necesariamente a las aspiraciones electorales. Hay que diferenciar eso. Sobre la base de la emoción es que está montado para algunos la falsa construcción de la paz a partir de la derrota de la guerrilla.
Mi punto es: ¿usted sabe que esta es la última oportunidad de las Farc?
Creo que es la última oportunidad para los que quieren usar la derrota de las Farc como mecanismo electoral. Es más factible que ellos sean derrotados. Porque en el horizonte también se vislumbran expectativas de cambios, más allá del santísimo y el uribismo. ¿Qué tal que saliera electo un gobierno popular democrático de centro? Se iniciaría la gran oportunidad. Nosotros tenemos que hacer lo máximo para que esta sea la oportunidad y no trabajamos para procastinarla sino para materializarla, pero haciéndole entender al Presidente que no es con rendiciones ni con presiones.
¿En qué estamos en la mesa?
Seguimos en la construcción de textos sobre participación política. Ya llevamos varias cuartillas. En eso se manifiesta en el día a día el avance. Desafortunadamente está la cláusula de reserva.
¿Cómo blindar la nueva fuerza política que saldría de los acuerdos?
Así como un matrimonio feliz se blinda en el periódo de noviazgo, con sinceridades y compromisos, un proceso de paz se cimienta en esta etapa. Por eso no podemos precipitarnos. Ellos no pueden aspirar a que entremos a hacer política sin garantías. Y la principal que exigimos es el desmantelamiento total del paramilitarimo. El Gobierno dice que son bacrim, para nosotros es lo mismo. Es una trampa invitar a una insurgencia que tiene unos comandantes que no duraron tres días vivos a hacer política bajo esas condiciones. Serían eliminados. Esto precisamente busca es evitarles a los colombianos una nueva decepción porque ellos tapoco querrían ver un nuevo baile rojo, un nuevo episodio sangriento, como lo que paso con la UP.
¿Lo que ustedes piden es el desmantelamiento de las Bacrim?
Ante todo de la concepción del Estado que entregó a las Fuerzas Armadas la idea de que las fuerzas políticas que no hacen gobierno hay que eliminarlas. Los instrumentos que usan son diversos. Para nosotros el paramilitarismo son coberturas para ocultar la real mano criminal porque decimos con total seguridad que los exterminados de la UP fueron exterminados por militares. Se ha metamorfoseado la mano criminal.
Usted habla de las Bacrim, pero ¿qué opina de las alianzas bacrim y farc en algunas regiones? Eso va e contra de su discurso...
Hay mucha especulación sobre supuestas alianzas con estas estructuras que negarían la propia esencia de las Farc, toda vez que estas estructuras son para eliminar la base de la guerrilla. Esta es una matriz mediatiza de desinformación.
¿No hay alianzas, por ejemplo, en el norte del Cesar y en Antioquia?
Las Farc se mueven en distintos territorios en donde hay otros actores paralelos. Pero la única forma de actividad armada politizada es la nuestra y la de los compañeros del ELN. No por existir en el mismo territorio existe colaboración. También hay que señalar las áreas de confrontaciones. Es inadmisible pensar en esa supuesta alianza. Además que estas organizaciones son controladas por la Policía totalmente.
Ya que mencionó un triunfo de de la izquierdo o del centro, ¿cómo ve la tercería progresistas- verdes?
Vemos con esperanza incluso la posibilidad de que Santos se reelija con las banderas de la paz, pero más que apoyar a una persona apoyamos la idea de la paz. Estaríamos dispuestos a continuar el proceso con el próximo Presidente con la certeza de que en este periodo a Santos se le acabó el tiempo para finiquitar un acuerdo con nosotros. Vamos a dejar la obra que estamos construyendo en los cimientos. Ojalá podamos construir importantes columnas de la obra. Pero el edificio de la paz con todas sus columnas y adornos pensamos que será obra de dos gobiernos. Por eso hay que juntar el esfuerzo de este Presidente con el que viene. Si es Santos mejor porque continuaríamos sin inconvenientes. Si es otro que levanta banderas de la paz también. Y si todos levantan esas banderas, pues mejor, más cómoda nuestra situación porque con cualquiera de ellos daríamos desarrollo a lo que alcancemos a acordar ahora.
¿Y si gana el uribismo?
Seguramente se van a interrumpir los esfuerzos pero estamos preparados para el otro esfuerzo que es el de la confrontación armada.
Hablando de eso, ¿Cuál es la realidad su su disminución? Dicen que han perdido el norte del país, Cundinamarca, Boyacá y Bogotá...
El principal territorio que disputamos es el corazón de los colombianos y este proceso nos ha servido para reinstalarnos después de muchos años allí, han sido años de macartismo y de oscurantismo. Ahora es un tiempo de mucha actividad política. Mientras al pez no le quiten el agua el seguirá viviendo, parafraseando a Mao. No podemos magnificar los golpes pero tampoco dejar de hacer análisis sobre los mismos. Lo que sí te digo es que los generales que están metidos en la guerra no ven a corto plazo la derrota de las Farc. Los más optimistas ponen 20 años. Es posible que en algunas áreas desaparezca nuestra presencia militar pero somos como la santísima trinidad, con tres expresiones distintas y un solo dios verdadero.
¿Usted cree que con el 70 por ciento en desacuerdo con los diálogos las Farc están en el corazón de los colombianos?
Si a nosotros nos dejan hacer política con un criterio de equidad mediatiza estamos seguros que ese 70 por ciento reduciría su opinión negativa.
¿Cuál es su reflexión personal sobre el tema de víctimas, ya que sabemos que las Farc han dicho que no van a pedir perdón?
Tenemos la disposición de conjuntamente con el Gobierno hacer gestos de reconocimiento del tema de las víctimas, pero ante la pretensión mediática de que los únicos responsables de la violencia somos la guerrilla, te digo que ese tema no lo tratamos desde lo individual o de los religioso o desde el arrepentimiento. Hemos hecho la propuesta de dedicar un día al reconocimiento de las víctimas y que en ese día todos los representantes del Gobierno que han tenido que ver con la confrontación armada hagan reflexión, autocrítica. Yo he dicho que la mejor forma de resarcir a las víctimas es acabar con el conflicto que la genera.
¿Van a apoyar la reelección de Santos?
No hay acontecimiento político importante que nos pueda ser ajeno. La victoria de uno u otro candidato no nos será ajeno.
¿Cómo ven a los Generales de la mesa?
Los vemos empeñados intensamente en la obra de construir acuerdos y bien ceñidos a la doctrina del presidente Santos. Apreciamos las intervenciones del general Mora y creemos que ha contribuido con serenidad al intercambio respetuoso. Eso del General debería ser aprendido por muchos civiles del Gobierno.
¿Por qué lo dice?
Hay una gran disciplina y cohesión por parte de Humberto de la Calle que lleva la voz cantante, pero la doctrina que tienen para negociar podrían flexibilizarla.
¿Quiénes los visitan? Ha habido polémica por su saludo al concejal Horacio José Serpa...
Me apoyo en la declaración del Fiscal en la que señala que hablar con la insurgencia en La Habana no implica un delito, además nosotros tenemos levantadas las ordenes de captura. Siéntete tranquila tu, por ejemplo. Ese episodio de Horacio Serpa hijo fue una casualidad. Yo estaba en el (hotel) Habana Libre conversando con una amiga, él paso, me parece que estaba organizando su luna de miel, y ¿qué culpa si se encontró conmigo? El problema es cómo se enteraron. Eso evidencia que sobre estos hoteles hay una gran vigilancia por parte del Gobierno de Collombia.
Pero no dijo quiénes los visitan...
No queremos hablar de eso porque después los matan o los judicializan.
¿En qué no están dispuestos a ceder?
En aras de la paz no tenemos inamovibles. Hay que darlo todo, lo que hay que acordar son las formas. Por ejemplo, en lo de las armas no se pude imaginar que un elemento tan simbólico para una guerrilla como las armas, que nadie nos las ha dado, porque no nos las dio ningún paz extranjero, sea tan importante como para no poder dejar de pensar en ellos. Supongamos que en 2014 sacamos 600 mil votos. Vamos a querer doblar eso en la siguiente elección. Y si lo logramos, gradualmente se puede hacer el transito de votos por armas.
¿Han hablado ya de dónde van a buscar los votos?
Ya algunos calculan que la fuerza electoral tendría que moverse en las regiones agrarias. Pero este paro demostró que eso está cambiando porque genero una simpatía de los sectores populares de las luchas que no son solo campesinas.
Muchos de esos campesinos de las regiones agrarias no cuentan con cédulas...
Por eso estamos pidiendo revisión del censo electoral porque tenemos información de que hay seis millones de colombianos sin cédulas.
¿Se van a levantar de la mesa?
No nos vamos a levantar. Estamos atornillados a la mesa.
¿A usted particularmente, le interesa lanzarse al Congreso?
No, no. De pronto ser el director del periódico de la nueva fuerza política.
Todos los días, en tiempos de rondas desde hace 10 meses, entran por esta puerta los delegados plenipotenciarios del Gobierno colombiano y de las Farc a deliberar sobre la paz en Colombia.
Todos los días, en tiempos de rondas desde hace 10 meses, los esperan cerca a esa puerta para verlos pasar un grupo modesto de periodistas, casi todos colombianos.
Esas escaleras son del Palacio de Convenciones Palco que se levantó a fines de 1977 para celebrar allí los eventos nacionales e internacionales más importantes del país y se inauguró con ocasión de una cumbre de países no alineados, que presidió Fidel.
Desde sus hoteles arriban, casi siempre minutos después de su contraparte, los miembros de la delegación del Gobierno, encabezados por Humberto de La Calle y Sergio Jaramillo, quienes según algunos consultados son los que llevan la voz cantante en la mesa por parte del Estado colombiano. Saludan discretamente. Fieles a la directriz de total confidencialidad, nunca dan declaraciones oficiales sino hasta el final de cada ciclo.
Desde una orilla opuesta, los miembros de la delegación de las Farc (Victoria Sandino, Pablo Catatumbo, Marcos Calarcá, Andrés París, Rodrigo Granda, Jesús Santrich, Iván Márquez… entre otros) dan cortas declaraciones oficiales todos los días antes de sentarse a la mesa y, a veces, contestan algunas preguntas.
En esas intervenciones, suelen prender fuegos que llegan hasta Colombia. Que no vinieron a La Habana a entregar las armas. Que no están de acuerdo con el marco jurídico para la paz. Que tampoco con el referendo refrendatorio de los acuerdos que, para ellos, fue impuesto unilateralmente. Que dentro del Gobierno hay enemigos de la paz. Que ha habido avances modestos. Que están de acuerdo con el discurso "social y moderno" del presidente Juan Manuel Santos y con el Fiscal Montealegre. Como regalando titulares.
Después entran, sonrientes, se nota que de buen humor, y se sientan a conversar.
La mesa -que es rectangular-, ya se ha dicho, está conformada por 10 negociadores de un lado, 10 del otro y en las puntas dos garantes noruegos y dos cubanos que no intervienen nunca pero toman nota de todo. Más o menos cada hora, hasta la 1:30 de la tarde usualmente, se levantan por fruta o refrescos o pizza que siempre tienen listos para ellos los anfitriones de la isla.
A dos tiempos que son distintos, como lo ha contado La Silla, ambos grupos tratan de desenredar los nudos que tienen enfrente para poder llegar a acuerdos. "Los nudos gordianos" del proceso, como los llamó Juanita León, la directora de La Silla, en un artículo que detalla cómo el proceso enfrenta tres grandes puntos a definir: los tiempos políticos, la representatividad política y la justicia. Esa historia, por acertada, me la han mencionado tanto los del Gobierno como miembros de las Farc.
A puerta cerrada
Hablando informalmente es evidente que para este segundo de cinco puntos, sobre la participación en política, esos nudos pasan principalmente por la garantía que exigen las Farc para su vida una vez entren a la legalidad a intentar cambiar "armas por votos", como reza el ya lugar común entre quienes están cerca del proceso. ("Nunca más deberán sucederse operaciones como el Baile Rojo que exterminó a la Unión Patriótica", ha dicho por ejemplo Jesús Santrich).
En ese camino, en la mesa las Farc piden el desmonte total del paramilitarismo y el Gobierno responde que el paramilitarismo no existe. Más puntualmente, las Farc -que recogieron varias de las propuestas que han llegado a la mesa desde los foros en las regiones- plantean "que el Estado elimine la doctrina que en el Ejército estimula el paramilitarismo", como nos contó alguien:
Según ellos, esto se podría lograr con un Ejército con menos volumen de integrantes ("las Farc dicen que no podría seguir siendo uno de los Ejércitos más grandes del mundos si ya no hay guerra"), con un cuerpo de Policía civil ("dicen las Farc que con menos presupuesto, lo mismo que el Ejército") y con el desmonte del Esmad, que pertenece a la Policía.
Además, ya para el ejercicio de la participación política, las Farc están planteando tener participación en los medios privados porque "los oficiales tienen el 1 por ciento de audiencia y tratar de hacer política sin contar con RCN y Caracol es una huevonada", como dijo otra fuente.
El Gobierno ha sido claro con ellos en que, sea como sea, el Estado jamás se meterá con los medios privados para imponer la participación de cualquier partido político.
En la mesa también están definiendo por estos días cómo podría ser la financiación de los nuevos medios, virtuales e impresos, que quieren las Farc y que, en cualquier caso, no serían un privilegio de la nueva fuerza política que ellos funden desde la legalidad sino que cobijaría a todos los partidos por igual.
Un poco de lo que pasa a puerta cerrada. Asuntos que podrían estar listos o no de aquí al 13 de octubre, que es el día en el que culmina esta ronda de diálogos.
Afuera, por los pasillos del hotel de Palco, en donde se hospedan algunos de los colegas periodistas que están alrededor del proceso, varios de esos colegas y otros respiran optimismo sobre lo que está pasando.
Uno que cubrió los diálogos del Caguán, hace más de 10 años, dice que claramente "esta de aquí en La Habana no es la pachanga del Caguán".
Allá en el Caguán, prosigue el colega, tu salías a bailar, por poner un ejemplo, y terminabas bailando con toda la guerrilla. Es que hubo gente que duró allá, yendo y viniendo a Bogotá, hasta dos años seguidos.
"Yo conozco a un periodista que me contó que llegó a tener vacas allá en San Vicente, por todo el tiempo que pasó ahí", agrega otro colega.
Yo no estuve en la tal pachanga del Caguán que me describen, pero es claro que este un proceso más ejecutivo, en el que con matices las partes reconocen la importancia de la confidencialidad de lo que están debatiendo. A lo mejor no se creen del todo los unos a los otros, pero se les ve trabajando. Aquí nadie tiene cara ni pinta de estar en una pachanga.
Nadie.
Por ejemplo, esta es la oficina de prensa (la única oficina de prensa de un funcionario colombiano instalada aquí en La Habana) del Comisionado de Paz.
Queda aquí, en el hotel de Palco.
De La Habana.
Cuba.
Venir a Cuba es viajar en una máquina del tiempo 50 años hacia atrás. Desde el café y el amarillo pálido de los anuncios en el aeropuerto internacional José Martí…
hasta los edificios de La Habana vieja, a mitad de camino entre el infierno de la ruina y el cielo de la belleza; pasando por un viejo, muy viejo, parque automotor.
Todo, de entrada, habla de otro tiempo. La Revolución.
Ese viaje en el tiempo se siente más si uno viene de Colombia. Porque si uno viene de Colombia entra perdiendo una hora por la diferencia horaria: en tu reloj marcan las 4, pero ya acá en La Habana son las 5 y se está acabando el día. Un día que, en cualquier caso, no tiene pierde desde un país bañado por mar y acariciado por viento antillano.
Aquí, en este museo que flota en el Caribe con poco más de 11 millones de habitantes a bordo de 104.556 kilómetros cuadrados, se define buena parte del futuro de Colombia desde hace 10 meses. Lo define, entre otros, una guerrilla que para muchos parece haberse quedado congelada en el tiempo, justo como la nación que hoy la acoge.
Y lo definen puntualmente dos delegaciones de 30 personas cada una. Lo concretan 10 miembros de esas dos delegaciones revestidos con la autoridad de "plenipotenciarios", quienes dialogan durante tres días seguidos de 8:30 de la mañana a 1:30 de la tarde y descansan uno en varios ciclos. Lo esperan, por supuesto, más de 40 millones de ciudadanos colombianos que no están en el museo flotante y mucho menos en la mesa en la que se dibuja el que podría ser su nuevo porvenir.
La Silla viajó los 1.593 kilómetros que separan nuestro país de la isla de Cuba para tratar de mirar en qué va esa nueva pintura del futuro de Colombia: los diálogos de paz entre la guerrilla de las Farc y el Gobierno Nacional, más allá del discurso y la foto oficial.
En esa empresa llegamos el pasado jueves por la tarde a La Habana con un único contacto cubano en el bolsillo: el de "Tony", un señor que nos recomendó el jefe guerrillero Andrés París (uno de los plenipotenciarios que está en la mesa) como un generoso cubano que presta en su vivienda el servicio de hospedaje "hasta 70 por ciento" más económico que los grandes hoteles. Una actividad que durante mucho tiempo fue ilegal pero que desde hace varios años es permitida por el Estado a quienes adquieran una licencia.
"¡Ah vienes de La Silla Vacía! Bueno, acá hablamos. Y te voy a demostrar que La Silla no está tan vacía", dijo Tony al teléfono público del aeropuerto, unos 10 minutos después de que aterrizara el vuelo de Copa directo desde Bogotá.
Andrés París estaba en su sala cuando llegamos a la vieja vivienda (aunque calificar de vieja una casa de cubanos en La Habana sea casi redundar) de dos pisos y paredes blancas en el Centro de La Habana, a unas cuatro cuadras del famoso Malecón habanero. Llegamos porque siento que llegamos todos los de La Silla Vacía, aunque físicamente sólo llegué yo.
Una mesa de comedor de vidrio, un televisor de pantalla plana grande, un computador portátil por ahí, revelaron enseguida que era la casa de un cubano pudiente. Una foto antigua de Tony en el despacho de Fidel Castro, una pequeña biblioteca con libros, entre otros muchos, de La Revolución y un recorte del periódico oficial Granma cuyo titular reza 'Colombia: la paz nunca había llegado tan lejos' adornando en una repisa, revelaron además que era la casa de un fidelista atento al camino de los diálogos.
En unos 15 minutos de saludo informal, París no dijo mucho sobre Tony, pero aprovechó para responder una que podría ser la pregunta del millón por estos días.
- ¿Hay esperanza cierta de firmar la paz pronto?
- Dicen unos que estamos en un plan tortuga y otros dicen que en esta ronda podríamos hacer todo el acuerdo. Ni lo uno ni lo otro. Estamos trabajando. Tenemos la idea de no pararnos de la mesa hasta que no se firme la paz.
Por la mañana, Iván Márquez, el jefe de la delegación de las Farc, había dicho por los micrófonos de los periodistas que cubren esta décimo quinta ronda de diálogos (en los que ya se consiguió consenso parcial en uno de cinco puntos) que ha habido avances, "modestos", pero los ha habido.
¿En qué no están dispuestos a ceder? ¿Qué va a pasar con los tiempos del proceso? ¿Cómo se ven de aquí a un año? ¿Aspiran a participar en las elecciones de 2014? ¿Cómo se financiarían? ¿Cuándo pedirán perdón a las víctimas? ¿Y el resarcimiento?
Tanto que preguntar… pero por lo pronto, recuerdo que el Estado cubano tiene prohibido hacer cualquier tipo de trabajo periodístico sin la debida acreditación. Y el Estado cubano lleva 50 años largos hablando en serio. Por eso me marcho al Centro Internacional de Prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores a acreditarme con Libertad, una funcionaria agradable que se encarga de acopiar los datos de todos los periodistas que llegan a trabajar temas en el país.
Dice que "apenas" hay unos siete de Colombia por estos días en lo de los diálogos de manera permanente. "Al principio sí fue un boom. Hasta de otros países distintos llegaban, ya no tanto", cuenta informalmente Libertad.
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Y mientras en un espacio cubano -que queremos contar- se define la suerte de Colombia, en La Habana los cubanos hablan mucho de nuestro país. Pero no precisamente de los diálogos.
Este es Ismael Hernández hablando de la serie colombiana sobre Pablo Escobar, que se vende por capítulos o completa, en CD o DVD piratas, por las calles, al lado de otras también colombianas como una llamada Las muñecas de la mafia u otra llamada El Capo. Todas relacionadas con el tema del narcotráfico en el país. Un asunto que tiene encantados a ciudadanos como Ismael, quien cree que el tal proceso de paz no existe.
Ismael es taxista "hace una pila de años", pero se graduó en estudios de gastronomía que nunca ha podido aplicar. No ha tenido la oportunidad de hacerlo, dice. Lleva 12 años en la empresa de taxis Cuba Taxis, estatal. Porque en Cuba todas las empresas de taxis son estatales, aunque cualquier particular puede poner su carro a trabajar en este servicio.
Quiero contar la historia de Ismael. Y la de Tony. Y la de los diálogos. Agregar a lo dicho sobre el taxista que él está feliz con los significativos cambios que ha ido implementando el Gobierno de Raul Castro. -Cuatro cubanos por aparte coinciden en que éstos son los cambios en el sistema migratorio, poder tener celular, poder comprar y vender finca raíz, poder hospedarse en los hoteles-. Y que intentó pedir la visa para irse a Venezuela pero fue imposible porque le exigían tener cuenta bancaria con plata y no tiene ni lo uno ni lo otro.
Es decir que el problema para muchos es que no hay plata ni para poder salir del país ni para poder tener celular ni para poder comprar o vender finca raíz ni para poder hospedarse en hoteles. Están los permisos, pero no los recursos. Eso dice Ismael al menos.
Digo que quería contarlo desde el jueves que llegamos, pero fue imposible por la falta de internet fácil. Aquí no hay, como en Colombia, sitios de internet en todas las esquinas. Aquí el internet se consigue mayormente en los hoteles a unos 7 CUC (peso convertible cubano), que equivalen casi a 14 mil pesos la hora. Aquí estamos en un museo flotando en el Caribe.
Así que uno llega a un hotel (el Hotel Nacional), cierra los ojos, respira profundo y paga los 14 mil pesos colombianos en CUC y cuando, por fin, trata de entrar al correo institucional sale el siguiente aviso: "Estás iniciando sesión desde un país en el que no se admiten cuentas de google apps", un servicio de google limitado en el mundo para Irán, Corea del Norte, Sudán y Siria. Ah, y Cuba.
Aplazado el envío por ahora porque tampoco puedo acceder a los correos personales, pero no por estar en Cuba exactamente sino porque fuera del país estos exigen un código de seguridad al que no puedo acceder. El facebook me aparece bloqueado. El internet es lento, pero la hora que compré pasa rápido.
Al llegar a casa, Tony, el viejo Tony, lo explicará en cubano, así:
- Es verdá que tenemos pocas horas de internet. ¡Pero no es como dicen, eh, que la culpa es del Gobierno. ¡Los yankees no nos quieren dar la banda ancha, chica! ¡Nos la tienen bloqueada!
Y después, cuenta algo de la historia que explica su amistad con París: Tony es Tony López, José Antonio López, un exguerrillero cubano de 72 años que peleó con Fidel en la Sierra Maestra, trabajó toda la vida como diplomático cubano y en esas pasó por Colombia como delegado de Cuba en los diálogos del Caguán. Ahora, jubilado, pasa los días tranquilos escribiendo, junto a su esposa Joaquina y su hija, una lora llamada Paquita.
Prometió más detalles mañana (viernes).
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¿Pero hasta dónde puede llegar una persona ciega por la ideología? Cuba es una enorme prisión y es el marco más indigno para un proceso sin legitimación: un gobierno democráticamente elegido negocia con una banda armada. En paises que se respeten eso se llama "traición". Lo único aceptable sería una negociación para acelerar un desarme, pronunciar una amnistía que excluya asesinatos y permita la reintegración de la mayoría de los "rebeldes"; pero el reportaje de La Silla demuestra que se está negociando "de igual a igual" con unos criminales intoxicados por una ideología atroz, que donde ha reinado ha traido pobreza, miseria, arbitrariedad y muertes. ¡Que pena me da Colombia! Y con lo bien que se estaba encausando...
abogado
hola: muy interesante las declaraciones de PARIS, muestran una guerrilla intelectual, metódica, social evidentemente. Colombia necesita un dialogo así estamos cansados de impunidad, homicidios en todos los niveles, una oligarquía y aristocracia ignorante, se necsita de nuevos aires, nuevas corrientes, unas relaciones internacionales que concuerden con la región que no estén sometidas a imperios
Pensionado
Guerrilla intelectual? Metódica, será en sus actuaciones como organización terrorista? Socialmente evidente, a través de la intimidación en el campo? Estamos cansados de impunidad, pero listos a otorgársela a las FARC? Nuevos aires, de quién? (de la guerrilla?). En que planeta vive este señor?
Ismael no ejerce su profesión, no porque no tenga la oportunidad, sino porque ser taxista, mesero o cualquier oficio relacionado con el turismo es mucho mejor remunerado.
Cuba está bloqueada por los EE.UU. El Senado de ese país aprobó la Ley presentada por los senadores JESSE HELMS y RICHARD BURTON hace ya varios años. Y desde antes de dicha Ley, los círculos imperialistas de los EE.UU y el gobierno que los representa se fueron lanza en ristre contra un pequeño país en la mayor isla del Caribe. No obstante esa isla azotada por los huracanes y sometida al vituperio y a la difamación, hoy es un bastión de dignidad. Tiene un sistema de salud pública de los mejores del mundo, reconocido por la Organización Mundial de Salud; la Educación es excelente, ocupa los primeros lugares del mundo. Esto lo ha dicho la UNESCO. Y cuando se presentan los embates desastrosos de la naturaleza, ante todo se evita que haya muertos y heridos. Eso es humanismo, eso es dignidad.