El proyecto de reequilibrio de poderes apenas había entrado al Congreso cuando se le sumó -por iniciativa de los senadores Horacio Serpa, Viviane Morales y Roy Barreras- el voto obligatorio, que en Colombia se ha debatido varias veces en las últimas décadas. Si se aprueba, podría ayudar a que una eventual refrendación de los acuerdos de La Habana llegue al umbral necesario. En cambio, no es tan claro que pueda -como dicen sus impulsores- partirle el espinazo al clientelismo. ¿Debería ser obligatorio el voto en Colombia?
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Ex viceministra de comercio exterior
No, no estoy a favor del voto obligatorio. No creo que ayude a reducir o eliminar el clientelismo, no creo que sea la vía para refrendar las negociaciones de paz en la Habana
La razón fundamental es que cada ciudadano goza de su derecho de expresarse frente a los temas de interés publico de acuerdo a su buen criterio y seguramente de acuerdo con su confianza en las instituciones. Por tanto el libre albedrío es un elemento esencial de la expresión democrática es decir el voto.
Una propuesta para imponer la obligatoriedad del voto debe ser comprensiva de los mecanismos que componen una democracia y la expresión ciudadana a través del voto. En ese sentido, las consecuencias jurídicas de la votación en blanco también son necesarias porque los vacíos constitucionales y legales sobre este tipo de votación minan el interés para expresarse o protestar en las urnas.
La democracia comporta confianza que motiva a expresarse. El caso colombiano lamentablemente adolece de esta cualidad. La incoherencia entre lo que se ofrece y lo que se ejecuta por los políticos destruye la esperanza, por ello, muchos ciudadanos consideran que ante la ausencia de un mejor devenir no hay motivación para votar. A cambio de confianza lo que se tiene es gran desconfianza.
Lamento no encontrar los beneficios que se emulan en la presentación de esta propuesta y espero no logre las mayorías necesarias para su adopción. Colombia necesita congresistas que se ocupen de reducir la inequidad en el país y este tipo de proyectos no apuntan en esa dirección.
Ex senador y presidente, Movimiento Mira
Desde el Movimiento MIRA le hemos solicitado al Gobierno Nacional que permita un periodo de transición en la implementación del voto obligatorio en Colombia y así mismo brinde condiciones especiales de umbral a los partidos minoritarios para que puedan obtener curules.
Con un umbral del 3 por ciento para obtener curules según lo acordado en La Habana hasta el momento, y con la posible implementación del voto obligatorio, los partidos y movimientos políticos tendrían que obtener cerca de 900 mil votos para alcanzar curules en las elecciones de 2018.
Con el voto obligatorio, el umbral que en 2014 fue de 355.955 votos, pasaría en las elecciones de 2018 a 886.722 votos, sobre un presupuestado censo de sufragios válidos de 29.557.384 , lo que supone un crecimiento cercano al 300%.
Otra de las opciones que podemos empezar a discutir para brindarle garantías a los pequeños partidos y nuevas formas de expresión política, es no tener en cuenta los votos en blanco para efectos del umbral.
En conclusión, no estamos en contra del voto obligatorio, nos parece que es necesario para impulsar la cultura política. Pero sí abogamos por una democracia incluyente que permita decantar y consolidar una verdadera paz.
Ex consejera presidencial de Programas Especiales
El voto es un derecho político y su ejercicio debe ser libre.
¿Qué clase de cultura política se pretende forjar cuando se irrespeta al ciudadano que es mayor de edad, libre en la toma de sus decisiones y se le niega el derecho a abstenerse?
Coordinador, Campaña Colombiana contra Minas
Obligados nada.
Esta es una propuesta que mezcla oportunismo político con incapacidad de liderazgo y anacronismo en la relación que existe al interior de la política colombiana.
Buen entierro a esta iniciativa.
Ex Ministro de Gobierno y de Comunicaciones
Resulta sorprendente que esta propuesta no examine las experiencias existentes.
En la ponencia se citan cinco países y lo que ocurrió en Australia en los años veinte. Se reconoce que es el único texto que cuenta con alguna sustentación comparativa, así ésta sea tan precaria.
Si se trata de una propuesta seria, debería contar con algunos datos mínimos. Por ejemplo, ¿por qué hay abstencionistas? ¿Cuántos de ellos son permanentes? ¿Cuántos ocasionales? ¿Y por qué? ¿Hay casos de imposibilidad o gran dificultad para ir a votar? ¿Qué tan numerosos? Y, en todo caso, ¿por qué no experimentar esta obligatoriedad en las ciudades capitales y luego examinar lo ocurrido y entonces tomar nuevas decisiones?
Estamos reformando la Constitución con demasiada alegría y sin estudios previos. Dirán que tengo una manía académica, pero así se hace en los países que tienen respeto por sus tradiciones y por su Constitución.
Investigador, PIK -Instituto Potsdam de Investigación en Cambio Climático (Alemania)
El voto obligatorio es un verdadero peligro: no es costo eficiente, nuestras instituciones se verán desbordadas y atenta contra la libertad que todos tenemos de no asumir responsabilidades.
No es costo eficiente: Aunque la oferta aumentada reduzca el precio unitario, los votos a comprar se multiplicarán. Si el abstencionismo ronda el 60%, la oferta se multiplicará por 2,5, pero es improbable que el precio del voto baje proporcionalmente. Así, la mayoría de empresas electorales quebrarán. En resumen, el voto obligatorio desincentiva el emprendimiento y aumenta los costos de transaacción. Con ese dinerito, cuántos hospitales podrían construirse? Para qué asumir semejantes costos allí donde las cosas han funcionado relativamente bien? Es cierto que el sistema no es perfecto, pero es barato.
Nuestras instituciones se verán desbordadas: Los demócratas ya no podrán pactar puestos a cambio de X votos, sino de 2,5X. Se tendrá que trabajar muy duro -talleres democráticos, capacitación- para instruir a los nuevos votantes en los detalles técnicos de las transacciones electorales. Se tendrá que multiplicar la capacidad institucional para hacer valer los derechos de propiedad sobre los votos comprados.
Por último, Colombia es un país de libres. Detestamos que nos obliguen y contamos con la libertad de exigir a otros que arreglen nuestros problemas. Gracias adorada libertad por darnos la moral y la valentía para eludir nuestras propias responsabilidades y por permitirnos culpar a otros por lo que no hacemos. A quién senhalaremos cada cuatro anhos si estuviéramos obligados a ser parte de quienes eligen? Qué falta de consideración con quienes no estamos con el sistema!
Por todas estas razones, no al voto obligatorio. Así estamos bien, y así queremos continuar.
Historiador y profesor-investigador en El Colegio de México
Voto libre o voto obligatorio no es una alternativa que pueda incidir seriamente en la baja calidad de la democracia electoral colombiana.
De obligar a los ciudadanos a votar quizás bajen las tasas de abstención, pero eso no afectará la compra masiva de votos ni el sentido clientelista de la actividad política local, ni disminuirá las ventajas dinásticas o las de la gente atrincherada en grupos y partidos.
Si de legitimidad se tratara, hay que recordar que el régimen viene legitimándose históricamente con tasas bajas (solo excepcionalmente altas) de participación. Es más, las tasas altas de participación “desestabilizan”, en cuanto políticos movilizadores, caudillos por lo general, sí son capaces de convocar miles y miles a las urnas, apoyándolos.
El aspecto filosófico de la pregunta, pertinente quizás hasta fines del siglo pasado, ya no lo es en esta época apolítica, amoral, utilitaria.
Directora, Transparencia por Colombia
Experiencias internacionales han demostrado que el voto obligatorio no es la panacea para enfrentar problemas como la pérdida de credibilidad de los ciudadanos en las instituciones y en la política, ni para "romprle el espinazo al clientelismo".
Si esta medida no va acompañada de cambios en el sistema de financiación de la política, democratización de los partidos y el control a la utilización de recursos del Estado para financiar las campañas de determinados candidatos entre otros, el remedio puede resultar peor que la enfermedad, porque se seguirán profundizando las inequidades para acceder a cargos por elección popular.
De otra parte, de aprobarse el voto obligatorio, el umbral se incrementará sustancialmente, y se reforzará el monopiolio de la política en unos cuantos partidos, dejando por fuera del juego político a la mayoría de las organizaciones partidarias.