Desde hace dos semanas el eslogan Soy Capaz -y su competencia uribista- están en boca de todo el país. Pero yendo más allá de la campaña que lanzó la Andi -en alianza con las principales empresas y medios del país- para promover la reconciliación y apoyar el proceso de paz desde el sector privado, ¿qué necesitaríamos ser capaces de hacer en Colombia para lograr la paz?
Hilos temáticos: Proceso de Paz |
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Novelista
Tendríamos que tener justicia.
Para que los colombianos nos sintamos en paz, que es una impresión que sólo tenemos de puertas para adentro, tendría que reconocérsenos que no nos estamos inventando el horror que hemos vivido: que, por ejemplo, los políticos sí nos han estado mandando a sus guerras desde que existe la República, que "la violencia" no empezó sino que se hizo evidente con el asesinato de Gaitán, que tanto la guerrilla como el Estado acabaron con el Palacio de Justicia, que las masacres se fueron sucediendo enfrente de cinco gobiernos, que el uno y el otro y el de más allá han hecho sus carreras gracias al paramilitarismo y al narcotráfico, en fin.
Y ya que resulta difícil que los mismos protagonistas acepten "sí, yo recibí un cheque de este cartel" o "sí, yo he creído en todas las formas de lucha", la justicia tendría que contarnos, por ellos y por todos, los hechos que se niegan y se van borrando con los años.
Tendríamos que ser capaces de la justicia. No necesariamente del castigo, pero sí del relato de los hechos.
Ex senador y presidente, Movimiento Mira
La paz va mas allá de cualquier cese al fuego, para lograr la paz en Colombia ante todo debemos reforzar las comunidades, dar la importancia de esos núcleos esenciales como la familia, la escuela, los sindicatos, los partidos pero desde una perspectiva de valores. Pensar un país en con mayor justicia social requiere inefablemente la reconstrucción del tejido social y de su fuerza transformadora, incluyendo ganar credibilidad y apoyo de las comunidades en las instituciones públicas que deben estar a su servicio.
Este no es un mero discurso conservador, la actual crisis que vivimos, no sólo en Colombia, esta dada por la extremas ansias de poder, de un acaparamiento parasitario de corto plazo a partir de los bienes públicos, de esos valores heredados de un modelo económico que enseña como única meta al individuo mismo y la posibilidad de comprar todo a “cualquier precio”, ya sea un cargo, un territorio protegido, una conciencia, un bien o un mal.
Investigador, PIK -Instituto Potsdam de Investigación en Cambio Climático (Alemania)
Quizás nos estamos preguntando cuál es el problema fundamental de Colombia. Hay varios, y muy serios, como apunta Jorge Eduardo Cock. Pero hay uno que para mi es el gran problema: el régimen político. No por resentimiento; sino porque danha todo esfuerzo.
Las entidades del estado, son botín de poder. Los funcionarios dependen de un jefe político que también cambia según la marea. Nada funciona. Siempre se está empezando. Todo es improvisado. El subalterno obedece más al jefe político que a su superior técnico. El empleado hace lo que puede o lo que quiere, durante los pocos meses de su contrato. La estrategia consiste en plegarse. No se hace carrera: se sobrevive. La incertidumbre laboral no da lugar a la planeación. No se profundiza el conocimiento en la gestión estatal. Estamos jodidos! Así, nada podrá transformarse. No llegará ni ésta ni ninguna paz, porque todo termina en la repartija que desperdicia el esfuerzo social.
Es lo primero que debemos corregir en Colombia, lo fundamental.
Ex Ministro de Minas
Para lograr la paz necesitaríamos fundamentalmente ser capaces:
1) de reconocer que los culpables del conflicto somos casi todos los integrantes de la sociedad colombiana,
2) de no insistir en que los culpables son unos pocos y en que deben ir a la cárcel
3) de tomar más bien el camino de la reconciliación y del perdón
4) de aceptar que requerimos implantar cambios importantes en la estructura social y en la democracia que tenemos
5) de estar dispuestos a pagar más impuestos
y 6) de obrar con más ética en todas nuestras actuaciones.
Directora, Fondo de Promoción de la Cultura
La consecución de la paz no está en el olvido ni en la memoria que envenena y que solo acepta venganza, sino en el respeto de una narrativa equilibrada de las partes.
El debate en el Senado, fue el debate de las víctimas del narcotráfico que no se dio en La Habana porque a Cuba solo llegaron víctimas que fueron escogidas por personas que han tomado posiciones de antemano a favor de una de las partes. El debate en el Senado fue un debate de huérfanos.
Estuvo complementado por análisis interesantes y parciales del M-19 sobre la historia reciente de Colombia sin mencionar que la toma del Palacio de Justicia, se dio a los pocos años de haberse creado el paramilitarismo y pudo haber estado financiada por Pablo Escobar. El presidente Uribe representó a las víctimas del narcotráfico guerrillero y a las que padecieron la combinación de las formas de lucha que practicó durante décadas el partido comunista colombiano. El senador Cepeda representó a las víctimas del genocidio de la UP y se atribuyó la representación del resto de las víctimas del paramilitarismo.
Después del debate quedó claro que el Congreso esta lleno de políticos que apoyaron a Uribe y que muchos, al igual que Lara Bonilla, fueron objeto de celadas y también cayeron. Hoy vuelven al Senado figuras emblemáticas del proceso 8000, beneficiarios de cheques de diferentes carteles y todos seguirán siendo señalados, como beneficiarios del narcotráfico, hasta el final de sus días, así la justicia colombiana los exonere.
¡La paz llegará con algo de memoria!