
Foto: Campaña de Juan Manuel Santos
Con la adhesión ayer de Cambio Radical a su candidatura, Juan Manuel Santos sumó la última pieza que le faltaba al uribismo para llegar unido a la segunda vuelta y garantizó que por lo menos durante sus primeros años de gobierno, no tendrá ningún opositor distinto al Polo Democrático.
Con la decisión (un poco a regañadientes) de Germán Vargas Lleras de entrar al ‘gobierno de unidad nacional’, a Santos solo la resta que después de su derrota el 21 de junio, el Partido Verde también acepte su invitación a formar parte de su coalición. Algo que seguramente sucederá dado que los ex alcaldes han dicho que no aspiran a ser un partido de oposición.


Fotos: Campaña de Juan Manuel Santos
Pero aún si no lo hacen, ya de entrada Santos contará con el respaldo legislativo de más del 75 por ciento de los parlamentarios. Cuenta con 28 senadores de la U, 24 conservadores, 17 liberales y ocho de Cambio Radical, es decir con una bancada de 77 de los 102 miembros del Senado, sin contar con los del PIN que seguramente también entraran a formar parte de ella. Y en la Cámara, contará aún con una mayor proporción de adeptos.
Es decir que Santos gobernará con aún menos oposición que Álvaro Uribe, que durante los ocho años tuvo a la bancada liberal en contra. Aunque Rafael Pardo, el jefe del partido, dijo que solo hablaría de coaliciones una vez se conozca oficialmente quién es el Presidente, al otro día ya 15 senadores y 33 representantes estaban en la sede de Santos del Embassy Suites tomándose la foto con el candidato de la U. Entre ellos, Simón Gaviria, la joven figura del partido Liberal que tanto criticó al uribismo durante su campaña al Congreso.
Es claro, entonces, que a Santos le salió bien su propuesta de un ‘Gobierno de Unidad Nacional’ como sombrilla para convocar a toda la clase política alrededor de su candidatura y llegar con una ventaja aún más holgada a la segunda vuelta. Máxime cuando su contendor Antanas Mockus, en cambio de sumar apoyos y proponer fórmulas creativas de coalición a los partidos derrotados en segunda vuelta, de entrada decidió apostarle a llegar solo con una ‘alianza ciudadana’ cuyo único potencial de crecimiento está en los abstencionistas.
¿Pero es el gobierno de unidad nacional algo más que un acuerdo burocrático para aplastar la propuesta de renovación política y antipolítica de los Verdes?
Claramente, Santos no necesita de este acuerdo para ganar en la segunda vuelta dada la ventaja que le sacó a Mockus en la primera. Es más una propuesta ya de Presidente para asegurar su gobernabilidad.

Foto: Wikiciudadana
Ayer Juan Manuel Santos explicó en concreto en qué consistiría este gran acuerdo nacional. En términos programáticos, no significa mucho más que apoyar su programa de gobierno planteado inicialmente en 109 puntos.
El acuerdo propone generar empleo formal, disminuir la pobreza, prosperidad para todos, fortalecer la seguridad democrática, cero tolerancia a la corrupción, un buen gobierno, respetar la independencia y el equilibrio de poderes, cero impunidad, garantizar los derechos de las víctimas, ciudades más humanas, un campo próspero, proteger la biodiversidad y profundizar la inserción de Colombia en el mundo. Lo incluye todo.
¿Significa el propósito de convertir a Colombia en una potencia ambiental que toda la coalición de gobierno replanteará los contratos de minería que los ambientalistas han dicho que pone en riesgo varios ecosistemas? ¿Será capaz de hacerlo pese a que fueron los mismos conservadores y congresistas de la U los que sacaron un código minero hecho a imagen y semejanza de las necesidades de las multinacionales mineras y por encima de los reparos de los ambientalistas?
O cuando propone que haya “cero tolerancia a la corrupción en lo público y lo privado”, significa que ¿va a acabar con el matrimonio entre contratistas y políticos? La pregunta es si lo logrará dado que varios de los más poderosos apoyos que tiene en la U y en el Partido Conservador estarían legislando en contra de sus propios intereses y que esto implicaría ir en contra de varios de los grandes contratistas que apoyan financieramente a Santos.
Y así. Incluso en el tema de las víctimas, el candidato de la U fue el único de todos los candidatos que se abstuvo de firmar un acuerdo propuesto por la Fundación Social para pasar en el próximo Congreso una ley de víctimas que es aun menos generosa de la que hundió el gobierno el año pasado.
Dado que el diablo está en los detalles y que ninguno de los que adhirieron pudieron discutirlos en los pocos días que tardaron en respaldar a Santos, este ‘acuerdo de unidad nacional’ no parece ser un gran pacto de transformación como el Pacto de Moncloa en España o la Concertación chilena.
En todo caso, algunos analistas sí consideran que este es un paso en la dirección correcta. "La aplanadora uribista ya existía", dice Mónica Pachón, directora de Congreso Visible. "Lo que permiten estas alianzas con personajes fuertes como Germán Vargas es tener unos controles internos. La ambición es la mayor garantía contra la ambición. Ejercer un control desde el interior es perfectamente democrático y efectivo. (Ver blog [1]de Mónica Pachón)
Esta parece más una estrategia inteligente de Santos no solo para ganar con una contundente mayoría sino para gobernar durante ocho años con una mínima oposición y para imprimirle a su gobierno un sello distintivo que le permita un cierto márgen de maniobra con respecto al futuro ex presidente Uribe.
Qué tanta independencia le dará frente a Uribe, quien según varios expertos consultados por La Silla Vacía será la gran piedra en el zapato de Santos, está aún por verse.
La gente que lo conoce bien está convencida de que una vez sea elegido Presidente, Juan Manuel Santos querrá pasar a la historia como el mejor Presidente de Colombia y que la humildad que ha mostrado frente a Álvaro Uribe para ganar estas elecciones cabalgando sobre su popularidad será cosa del pasado. Piensan que intentará hacer cosas a su manera y diferentes a la de su antecesor.
Santos tiene una obsesión con el legado de Churchill y él cree que entre más unidos estén todos los partidos y las élites más fácil se lograran sus objetivos del gobierno. No solo respetará más las formas de la democracia acabando con el discurso polarizador actual, sino que por ejemplo, tratará de respetar la independencia judicial, algo que Uribe podría ver como una amenaza dadas las investigaciones tan serias que hay contra todo su círculo más cercano.
Pero mientras lo hace, y si es que lo logra hacer teniendo en cuenta el poder que le otorga a Uribe su gran popularidad y su ascendencia sobre la bancada parlamentaria, el gran ganador con el triunfo de Santos por ahora sigue siendo el Presidente.
Con Santos y su acuerdo de unidad nacional, el uribismo logra finalmente la hegemonía que el Presidente no consiguió durante ocho años. Si Santos gana, tendrá de su lado a los liberales y a Cambio Radical, apaciguando a opositores de peso como César Gaviria, Andrés Pastrana, Rafael Pardo y Germán Vargas Lleras. Tendrá al gobierno de Estados Unidos, que ve en Juan Manuel Santos a un hombre moderno, educado en Harvard, que no viene de un mundo tan cercano al narcotráfico como Uribe. Tendrá a la clase empresarial más urbana que ve en Santos un tecnócrata. Y tendrá las dos piezas de poder que Uribe nunca logró seducir del todo: a la élite bogotana y a los grandes medios de comunicación.