El mismo día que Enrique Peñalosa [1] inscribió su candidatura, su excopartidario Antanas Mockus [2] quedó libre para competirle en las próximas elecciones por la Alcaldía de Bogotá.
Un concepto de la Sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado determinó que las inhabilidades por doble militancia contenidas en la reforma política recientemente sancionada no aplican para Mockus, quien renunció al Partido Verde antes de que entrara a regir la nueva ley.
“Mal podría considerarse que la norma se aplique a quienes el día 14 de julio de 2011 tenían la condición de ex directivos, porque al entenderlo así se incurriría en una aplicación retroactiva de la ley”, dice el concepto que había sido solicitado por el ministro del Interior Germán Vargas Lleras [3] para aclarar este y otros puntos de relevancia electoral.
Mockus renunció al Partido Verde en junio, un mes antes de que entrara en vigencia la reforma política. Y había decidido no lanzarse hasta que quedara totalmente claro que la ley se lo permitía. Gente muy cercana a él da por sentado que en pocos días oficializará su campaña como candidato de la ASI (que cambió su nombre a Alianza Social Independiente), que ya ha dicho que quiere darle el aval. Si finalmente lo hace, Mockus barajará de nuevo todo el escenario electoral de Bogotá.
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Gustavo Petro es quien más puede perder con la entrada de Mockus, pues muchos de los seguidores de la ola verde hoy lo acompañan porque representa la alternativa política. Sin embargo, una coalición entre él y Mockus más adelante puede ser la que lleve a alguno de los dos al Palacio Liévano. Foto: Miguel González |
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No será fácil para Enrique Peñalosa enfrentarse a Mockus en esta contienda. Las últimas dos veces que lo hizo perdió. Sin embargo, hoy tiene a su favor que cuenta con toda una estructura partidista detrás, mientras que Mockus sigue siendo el candidato independiente. Foto: Laura Rico [4] |
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Antanas Mockus aún no ha oficializado su entrada a la contienda. Pero los que lo conocen tienen muy pocas dudas de que lo hará ahora que es claro que no tiene ningún impedimento legal Foto: Laura Rico [5] |
Le quita a todos y también les puede poner
Mockus le podría quitar algunos votos a Peñalosa, aunque es probable que a estas alturas no fueran muchos los mockusianos que aún pensaran votar por el candidato del Partido Verde y de La U.
Pero a quien más le puede quitar adeptos es a Petro [6]. Muchos de la ola verde, desilusionados por la alianza Peñalosa-Uribe [7]-La U, han visto en el candidato de Progresistas la opción política alternativa.
Y tampoco le conviene su entrada a los tres candidatos más jóvenes pues, salvo que se unan, Mockus probablemente les arrebatará la representación del centro político.
Aun si entra y no logra ubicarse entre los punteros, Mockus podría convertirse en el fiel que incline la balanza. Petro y Gina Parody [8] le han hecho ojitos desde el inicio de sus campañas y una coalición con cualquiera de los dos podría hacer toda la diferencia. Aunque Mockus, a lo largo de su carrera política, solo ha avalado públicamente a Noemí Sanín [9] cuando fueron fórmula presidencial hace más de diez años.
Los puntos a favor
Aunque hoy por hoy Mockus aparece en las encuestas con una intención de voto inferior al 10 por ciento, muy por debajo de Peñalosa y Petro, Antanas entraría a la campaña con un cace inicial de por lo menos 250 mil votos. En la pasada contienda presidencial, sacó 824.923 votos en Bogotá, un poco más del doble de los que ganó en la consulta interna de su partido, que fueron 393.400.
Asumiendo que por la desilusión que generó la fase final de su campaña y todo lo que sucedió después en el Partido Verde, conserve solo la mitad de lo que tenía en la consulta interna de hace un año, de entrada ya tiene un grupo de seguidores fieles con los cuales comenzar a dar la pelea. En su página de Facebook [10] actualmente cuenta con 863.929 seguidores, una red nada despreciable, aunque no necesariamente convertible en votos como quedó claro en la pasada elección.
Tiene además otras cosas a su favor. Por un lado, Mockus puede encarnar mejor que cualquiera de los demás candidatos la bandera de la transparencia en un momento en que los bogotanos están asqueados con la corrupción que ha devastado a la ciudad.
Aunque ninguno de los candidatos para Bogotá tiene tacha alguna de corrupción, los punteros tendrán que dar explicaciones incómodas. Peñalosa tiene que explicar por qué aliarse con La U, que ha sido cómplice de la corrupción de la administración del Polo en Bogotá, no es un lastre para darle la vuelta a la ciudad.
Petro fue quien puso el debate sobre el Cartel de la Contratación en el centro de la agenda nacional y renunció a su partido ante la incapacidad de sus directivos para denunciar la corrupción del gobierno de los Moreno. Pero igual viene de ser el candidato presidencial del partido que llevó la ciudad a la debacle y de tener como fórmula vicepresidencial a quien fue la secretaria más importante del gobierno de Samuel Moreno [11].
Y Gina Parody denunció la parapolítica y renunció a La U cuando sus principios fueron incompatibles con las prácticas del partido. Pero de todas maneras fue la consentida del ex presidente Uribe durante seis años de su gobierno y es difícil explicar que la corrupción solo operó en los dos últimos años.
David Luna [12] y Carlos Fernando Galán [13] quizás no tengan tiempo para posicionarse en los próximos dos meses como símbolos anti-corrupción dado su nivel de desconocimiento entre los electores. Y Aurelio Suárez [14] viene del Polo y defendió a Samuel Moreno hasta que se cayó.
Mockus, en este frente, no tiene que decir nada porque su vida política es totalmente transparente.
Por otro lado, a diferencia de los más jóvenes, Mockus comparte con Peñalosa y Petro la experiencia, que a juzgar por la mayoría de las encuestas, es un valor que buscan los bogotanos. Aunque Mockus usa caminos diferentes a los convencionales para alcanzar los resultados, tiene logros concretos para mostrar: la troncal de Transmilenio por las Américas, los Supercades, el origen de los comedores escolares, una mejor calificación de deuda, y una revolución en la cultura ciudadana y en la reducción de homicidios, para mencionar algunos.
El lado flaco
Sin embargo y a pesar de esos logros concretos de sus dos gobiernos e incluso de su rectoría en la Universidad Nacional, en la última campaña presidencial, mucha gente perdió confianza en la capacidad gerencial de Mockus.
Mockus no se preparó para los debates; tuvo cero capacidad de reacción a los ataques del oponente; no incorporó en su programa casi ninguna de las recomendaciones que le hicieron decenas de técnicos que creían en él y que le trabajaron gratis (en realidad, nunca tuvo un programa estructurado, sino más bien un conjunto de eslogans); no parecía tener una estrategia de campaña, ni capacidad de darle la vuelta cuando las cosas comenzaron a no salir bien; y ni siquiera un verdadero equipo asesor, más allá de sus amigos de toda la vida. En algunos sentidos, Mockus se comportó más como si fuera el profeta de una gran secta, que como un verdadero político profesional o un estadista.
Y luego de perder, pero con un caudal de más de tres millones y medio de votos, defraudó a sus seguidores, que esperaban alguna señal suya de cómo capitalizar esos votos y esa ilusión en acciones políticas transformadoras. Mockus se fue de viaje, se dedicó a terminar unos libros y a dar peleas internas dentro del Partido Verde en cambio de ejercer el liderazgo nacional que miles de jóvenes esperaban de él. Mockus le rompió el ‘corazón político’ a mucha gente y, si entra a esta contienda, tendrá que lidiar con ese despecho. Ya lo hizo una vez cuando renunció abruptamente a la Alcaldía y muchos bogotanos lo perdonaron.
Gente cercana a él dijo a La Silla Vacía que Mockus ha estado metido de cabeza preparando con equipos de trabajo un programa sólido y una campaña orientada totalmente a convocar a la ciudadanía para que vuelva a tener confianza en levantar la ciudad. Y que esta campaña no será un refrito de la última, sino una reinvención. “Será lo que fue ‘Match Point’ para Woody Allen”, dijo una persona que ha escuchado lo que está pensando Mockus en los últimos días. Tocará esperar a que comience la función.