A raíz de la publicación este domingo de un artículo [1] en El Espectador sobre el condominio River Oaks, en el que supuestamente invirtieron Samuel [2] e Iván Moreno [3] junto a los contratistas Julio Gómez y Emilio Tapia, ambos involucrados en el “Cartel de la Contratación”, es claro que Miami se ha convertido en La Meca de los impuestos pagados por los colombianos que no llegan a su destino.
Miami se ha convertido en los últimos años en el destino favorito de quienes quieren lavar dinero obtenido gracias a la corrupción. Es cercano a Colombia y viajar allí es más barato que a otros destinos en Estados Unidos. Además, cuenta con una gran población latina que le facilita a nuestros compatriotas realizar negocios si, por ejemplo, no manejan bien el inglés.
Pero, principalmente porque -particularmente antes de la crisis de 2008-, las leyes en Estados Unidos y especialmente en Florida, eran muy laxas respecto a la documentación necesaria para comprar una propiedad, algo que no pasa ahora que los controles son mucho más estrictos ante la quiebra que se dio por la burbuja generada por las hipotecas basura.
En cualquier caso, en esto se han invertido parte de los impuestos de los colombianos en Miami:
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