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Ayer el CTI capturó en su oficina del Congreso al representante liberal por Caquetá Álvaro Pacheco por su presunta participación en la parapolítica. Aunque aún falta casi un año para las elecciones legislativas, esa captura abre un espacio político que las Farc podrían aprovechar en el Caquetá si se desmovilizan, justamente cuando en la Habana está cerca de abordarse el punto de la participación política de la guerrilla.
Con su presencia histórica, su capacidad de organización y su cercanía a la Marcha Patriótica, de firmar pronto un acuerdo y pasar a la vida civil, las Farc podrían ser un actor fundamental en las elecciones legislativas en Caquetá. Especialmente ahora que los grupos políticos tradicionales están golpeados, que hay una curul vacía en la Cámara (por lo menos mientras Pacheco siga detenido) y que no es claro quién la podría aprovechar, tienen la oportunidad servida sin tener que esperar hasta las elecciones locales de 2015.


Álvaro Pacheco es la cabeza del Partido Liberal en el Caquetá, que con su captura queda herido y se arriesga a perder su curul en el Congreso por "la silla vacía". Su captura es el segundo golpe judicial a las cabezas de las estructuras políticas tradicionales del departamento después de la recaptura de Luis Fernando Almario en julio pasado.
Ese primer impacto mostró sus efectos en las elecciones: en 2011 perdieron la gobernación frente al Mira. La alcaldía de Florencia la tiene La U, que es el único de los grandes partidos que no se ha afectado hasta ahora y que también podría aprovechar la debilidad del almarismo y el golpe al liberalismo.
Con todo eso, como le dijo a La Silla Vacía un congresista que tiene una buena votación en el Caquetá y conoce muy bien su política, se están abriendo las posibilidades para que otras fuerzas políticas llenen el vacío de Almario y Pacheco.
Si algo similar ocurriera en otro departamento, la firma de la paz con las Farc no tendría mayores efectos. Pero el Caquetá es probablemente el lugar en el que tengan más opciones de obtener una curul directamente o en apoyo a algún grupo político si alcanzan a dejar las armas antes de las elecciones de marzo de 2014.
La cuna de las Farc
El Caquetá siempre ha sido una zona de influencia de las Farc. Desde que, aún naciente, esa guerrilla migró de la Cordillera Central, el Caquetá las ha visto crecer e intentar la vía política y las negociaciones de paz: la UP tuvo representación política por el Caquetá y la mayor parte de la zona de distensión estaba en el Caquetá. De hecho ‘Iván Márquez’ [2] fue representante a la Cámara de la UP por el Caquetá antes de entrar a las Farc, entre 1985 y 1986.
Un miembro de la izquierda que conoce y hace política en el Caquetá le dijo a La Silla que siguen vivas las dudas de hasta dónde todas las estructuras del Bloque Sur se desmovilizarían en caso de que se llegue a un acuerdo. Pero por lo menos una parte sí lo haría, y si hay espacios de poder abiertos que puedan ocupar, había más incentivos para hacerlo.
Precisamente eso es lo que se está dando en el Caquetá ahora que dos de sus principales grupos políticos tienen a sus cabezas detenidas.
El fin de una hegemonía
Históricamente, en el Caquetá el Partido Liberal ha tenido más fuerza que el Conservador, y la izquierda tenía una débil presencia que le alcanzaba a elegir concejales.
Desde los años cuarenta la política caqueteña era dominada por la familia Turbay, cuya cabeza, Hernando, heredó su poder a sus hijos y su esposa. Pero en los años noventa éstos fueron asesinados, culminando con Diego y su madre Inés Cote en diciembre de 2000. En la cabeza de la política caqueteña los sucedió Luis Fernando Almario, como ya contó La Silla [3].
Almario era representante a la Cámara desde 1991 como miembro del conservatismo, primero como un disidente frente a la familia Ortega, y luego como jefe de éstos. Aunque renunció al Congreso al ser investigado dentro del proceso 8.000, en 1998 regresó a la Cámara con la camiseta del Movimiento de Integración Colombiano. Ya había sido secuestrado y asesinado, en 1997, el mayor de los Turbay, Rodrigo.


Tras la muerte de Diego Turbay, y ya convertido en el político más poderoso del Caquetá, Almario se hizo reelegir en 2002 y 2006 con el aval del Movimiento de Participación Popular (MPP). A la vez se iba tomando las estructuras que antes habían formado parte del turbayismo y acercándose al liberalismo, que para 2006 prácticamente había desaparecido del panorama político.
Mientras tanto fue consolidando su poder. Si en 1997 su candidato a la gobernación, Édgar Calderón, perdió contra Luis Serrano, de los Turbay, en 2000 obtuvo más alcaldías que los liberales y en 2003 logró que Juan Carlos Claros ganara la gobernación y su MPP fue el que más curules tuvo en la asamblea. Además, se convirtió en líder político autónomo; aunque hizo alianzas con senadores conservadores del Huila como Antonio Gómez Hermida y Hernán Andrade, Almario no tenía jefe político.
Desde 1998 tuvo como aliado a Pacheco, a quien ayudó a llegar a la alcaldía de Florencia [4], pero luego éste se alejó. En 2006 se lanzó a la Cámara con aval del Movimiento Popular Unido. Obtuvo 11 mil votos contra casi 19 mil de Almario y más de 13 mil de La U, y se quemó. Lo mismo le ocurrió en 2007, cuando ya con el aval liberal y despuntando como la cabeza de ese partido en el Caquetá se dividió los votos de las estructuras cercanas a Almario con la hermana de éste, Nelcy, y los derrotó Luis Francisco Cuéllar, de la ASI.
En ese momento Almario era todo un cacique. A través del MPP, el movimiento “Afro”, Convergencia Ciudadana y el partido Conservador, su grupo político manejaba siete de las 13 alcaldías.
El golpe vino en 2008, cuando fue detenido por haberse presuntamente aliado con las Farc y haberles aconsejado que asesinaran a los Turbay, y perdió su curul. Como ésta quedó vacía, se hicieron unas nuevas elecciones que ganó Pacheco, lo que lo atornilló en el liderazgo rojo. Almario jugó a dos bandas: aunque apoyó a Arnulfo Gasca, avalado por Convergencia Ciudadana y esposo de la alcaldesa de Florencia Gloria Farfán (de su grupo político), su hermana Nelcy fue jefe de debate de Pacheco y, como contó Semana [5], rechazó las críticas a Almario que hicieron algunos liberales caqueteños en plena campaña.
Almario fue dejado en libertad en 2009 [3] porque un juez anuló su proceso, pero su intento de regresar al Congreso 2010, avalado por el PIN, fracasó. Perdió frente a Pacheco y a Luis Antonio Serrano, de La U. Su poder político estaba de capa caída aunque, como contó La Silla [3], seguía teniendo amigos e influencia en la rama judicial. En 2012 la Procuraduría lo destituyó e inhabilitó [6] por parapolítica.
La captura de Pacheco, procesado por parapolítica por presuntamente haber recibido apoyo de grupos paras en las elecciones de 2007, es un duro golpe para el liberalismo en el Caquetá. Sumada al crecimiento del Mira y la caída del almarismo, la política caqueteña tiene espacio para reconfigurarse. Las Farc llevan años influyendo en el Caquetá con las armas y, aunque la negociación con el gobierno sea compleja y los tiempos cortos, difícilmente habrá otras oportunidades como ésta para que lo hagan sin ellas. Tocará ver si aprovechan la oportunidad.