Cansadas por la demora en la resolución de su emblemático caso [1], las 180 familias que salieron desplazadas hace dos décadas de la Hacienda Bellacruz regresaron ayer a ese rincón en el sur del Cesar. Esta madrugada, sin embargo, fueron desalojados por un escuadrón del Esmad y la Policía que -según tres personas que han acompañado el proceso- llegaron sin una orden de desalojo.
El caso de la antigua hacienda Bellacruz -hoy llamada La Gloria- se ha convertido en uno de los casos más emblemáticos de la progresista política de tierras que impulsaron Santos y su primer ministro de Agricultura Juan Camilo Restrepo, y que -como ha contado La Silla [2]- está haciendo agua.
Sin ninguna decisión jurídica o administrativa en firme, estas 180 familias campesinas -que habían llegado en 1986 a esas tierras y fueron desplazados por los paras en 1996- decidieron volver mientras sale una. Su descontento se debe a una resolución que sacó el Incoder en febrero de este año, que -como contó Verdad Abierta [1]- devolvió su proceso al estado en el que estaba en 1990.
En concreto, el Incoder anuló dos resoluciones [1] del extinto Incora -una de 1990 y otra de 1994- que reconocían que dentro de la hacienda había seis predios de origen baldío, de las que la familia del ex ministro Carlos Arturo Marulanda se había apropiado de manera irregular.
En base a esas decisiones, en 2013 el Incoder -didigido entonces por Miriam Villegas- desempolvó el caso y le ordenó a la empresa que le compró la hacienda a los Marulanda en 2008 -y que es del magnate Germán Efromovich, principal accionista de Avianca- devolver las 1.200 hectáreas que aparecán como antiguos baldíos [3]. Eso significa que el Incoder debería, una vez recuperados, titulárselos a campesinos sin tierras y estas 180 familias -como sus ocupantes históricos- tendrían el primer derecho. Por esa decisión, Efromovich demandó penalmente [4] a Villegas y su entonces subgerenta de tierras Jhenifer Mojica.
Pero en febrero de este año, el subgerente de tierras del Incoder Carlos Carmona echó para atrás esas decisiones argumentando que faltaban muchos detalles, dejó sin piso la de 2013 y ordenó un proceso de clarificación de títulos [1] que determine de una vez por todas el origen de esos predios.
Eso quiere decir que el proceso se va a demorar varios años más, en los que los campesinos tendrán que estar lejos de los predios que reclaman como propios desde hace tres décadas.