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El comandante Jorge Hernando Nieto viene de la Dirección de seguridad ciudadana y su mayor reto será reconstruir el liderazgo interno en la Policía. |
Tras la renuncia [1] del general Rodolfo Palomino, hoy el presidente Juan Manuel Santos nombró [2] al general Jorge Hernando Nieto, que llega a comandar la Policía en uno de sus momentos más críticos y justo cuando más se espera de ella.
Santos dijo [3] que Nieto tendría la misión de recuperar “la unidad, el buen nombre, la respetabilidad y la confianza de la Policía ante los ojos de la ciudadanía”.
No será un reto fácil porque la Policía está dividida, inmersa en escándalos, con altos niveles de corrupción interna y con un futuro inmediato que la obliga a repensarse.


En los últimos años, la Policía ha vivido una aguda división interna: entre los policías cercanos al saliente director, más de la línea del ex director de la Policía Óscar Naranjo, y los leales a Luis Gilberto Ramírez, el ex secretario de seguridad de Juan Manuel Santos. Ramírez, según contó [4] la columnista de Semana María Jimena Duzán quería suceder a Palomino y habría instigado algunas de las acusaciones para tumbarlo.
A finales de enero, renunció [5] Ramírez, tres semanas antes de que también lo hiciera Palomino ayer por la mañana.
Sin Ramírez y sin Palomino, y ya con prácticamente ningún ‘naranjista’ (como le dicen a los de la rosca de Naranjo, hoy negociador en La Habana) en la cúpula de la institución, Nieto tiene la ventaja de que –según le dijo a La Silla una fuente que los conoce bien por dentro- no se alineó abiertamente con ninguno de los dos bandos y logró mantenerse al margen de ese pulso de poder.
“Tiene la ventaja de que no es rosquero y no genera resistencia”, dijo a La Silla este conocedor. “Lo respetan los de arriba y los de abajo y es preparado y decente”.
El general Nieto nació en Pacho y creció en La Peña (Cundinamarca), en una familia de policías. Su abuelo, Jorge Hernando Nieto Linares, fue miembro del llamado “Curso de los Sabios”, que a mediados del siglo pasado ayudó a reconstruir la policía después del 9 de abril.
El desafío de Nieto hoy será casi equivalente al del su abuelo y le exigirá reconstruir el liderazgo interno que Palomino, por cuenta de sus líos personales, no logró tener.
Porque además de la división interna, la corrupción en la Policía está disparada y una pequeña muestra de ello son los escándalos más mediáticos [6] que ocurrieron durante los menos de tres años que estuvo Palomino al mando de la Policía y que obedecen en una buena parte a falencias estructurales de la institución.
Desde el 2013, el Gobierno lanzó el Plan 10 mil [7] para aumentar anualmente en en ese número de efectivos la Policía nacional hasta llegar al pie de fuerza que se necesita.
Sin embargo, para lograr esa ambiciosa meta, según le contaron a La Silla, la Policía relajó sus estándares de reclutamiento y permitió la entrada de gente que no había pasado en el filtro inicial y cuyo entrenamiento pasó de tardar un año a tres meses.
La entrada de gente con tan pocos filtros llevó a que entre 2014 y 2015 despidieran de la policía a más de 3 mil policías y que en ese lapso 1600 policías fueran capturados en flagrancia, como lo denunció [8] hace poco la revista Semana.
Por eso, las expectativas sobre este administrador de empresas y abogado de la Universidad Gran Colombia, especializado en Seguridad Integral, Investigación Criminal y en Desarrollo Gerencial de la Universidad de Washington, es que llegue a ‘purgar’ la institución.
Aunque nadie de la gente consultada por La Silla duda de que hacer esa limpieza es una prioridad, el riesgo es que se siga ahondando el nivel de desmotivación en lo que se llama el nivel Ejecutivo.
La Policía cuenta con 183.774 policías, de los cuales un poco más de 7 mil son oficiales (33 generales, coroneles, mayores, capitanes, tenientes y subtenientes), hay unos 300 suboficiales y los demás forman la base de la institución con escasas posibilidades de ascender.
A eso se suma que el control disciplinario interno es prácticamente inexistente pues –como explicó ayer en Hora 20 Camilo Granada, que estuvo en la comisión anterior de reforma a la Policía- el Inspector General a cargo de esta vigilancia está en la línea de ascenso y en teoría tiene que investigar a sus superiores.
Toda esta ordenada de la casa le tocará al general Nieto al tiempo con pensar el modelo de transición para la Policía ante la firma de un acuerdo de paz con las Farc.
En diciembre, cuando estalló el escándalo de los seguimientos ilegales por parte de policías a Vicky Dávila (que también salió ayer de la FM), tras sus denuncias de una red de prostitución al interior de la Policía, Santos anunció [9]la creación de una comisión para “investigar a fondo” y en un plazo de 90 días “las presuntas irregularidades denunciadas dentro de la Policía Nacional.”
Y aunque el Presidente dijo en ese momento que “A este Gobierno no le va a temblar la mano para actuar contra cualquier caso comprobado de corrupción o de abuso que encontremos en la Policía o en cualquier entidad pública” en realidad no sacó el decreto instalando la Comisión sino hasta el lunes 15 de febrero, cuando estalló el escándalo en conexión con el polémico video que produjo la renuncia del viceministro Carlos Ferro, de Palomino y a la postre de la misma Vicky Dávila a la FM [10].
En todo caso, según confirmó La Silla, en las reuniones que ha tenido la Comisión antes de instalarse formalmente el objetivo no ha sido investigar quiénes estaban hostigando a los periodistas de la FM, como lo dio a entender el Presidente en diciembre, sino repensar la Policía hacia delante.
La Comisión, conformada por los ex ministros de defensa Luis Fernando Ramírez, Juan Carlos Esguerra y el hermano del ministro de Hacienda Jorge Hernán Cárdenas, se centrará en las preguntas clave que tendrá que hacerse la Policía con miras a un país sin guerrilla.
En esta transición, está la discusión sobre cómo va a ser la relación con el Ejército. Por ejemplo, para combatir las bandas criminales, un asunto que en principio debería ser policial pero que tras la decisión del ministro de defensa Luis Carlos Villegas de bombardearlas se abrió la puerta para que el Ejército siga teniendo un rol interno.
Está el desafío de la policía rural y la discusión sobre quién va a garantizar la seguridad en las zonas donde se desmovilicen las Farc y donde comenzará una disputa entre los armados ilegales que sobreviven por ganar control de esas áreas.
También hay todo un debate sobre si la Policía debe seguir siendo nacional o si debería ser más municipal dado el nivel de especialización que exigen los problemas de seguridad en una ciudad como Bogotá.
Y hay otros temas más alejados de los ciudadanos pero igual de sensibles por los celos institucionales que provocan como el de si la Policía debe seguir dependiendo del Ministerio de Defensa o si tiene sentido crear un Ministerio de Seguridad como el que promovía el general Naranjo o si debería estar adscrita al Ministerio del Interior.
El nuevo comandante de la Policía dirigió la Dirección de investigación Criminal Dijín y lideró la creación de la Unidad Especial de Investigación de la DIJIN, un selecto grupo antimafia que con apoyo de inteligencia de Estados Unidos y Europa trabaja en la desarticulación de emporios criminales y económicos.
Pero su más reciente experiencia es como cabeza de la dirección de Seguridad Ciudadana, que hoy por hoy es una de las necesidades más sentidas de los colombianos.
También fue un aliado de Naranjo en los temas de modernización de la institución lo que le facilita entrar en esta lógica de transición.
Pero antes de todo eso tendrá que lidiar con el elefante de la corrupción.