Cerca de 15 mil estudiantes de la Universidad de Cartagena completan un mes sin clases por un paro en el que exigen mejores condiciones académicas y de infraestructura y, lejos de vislumbrarse una solución, esta semana la situación empeoró con el anuncio de la suspensión del semestre hasta el 26 de octubre para aquellos programas que sigan por fuera de las aulas.
Lo que hasta ahora no se ha dicho es que parte del origen de la protesta podría estar en las promesas burocráticas que hizo el actual rector Édgar Parra para hacerse elegir en junio del año pasado, y que generaron algunos de los inconvenientes por los que hoy se quejan los estudiantes.
Resulta que todo comenzó porque los universitarios arrancaron semestre sin la planta de profesores completa, porque no estaban listas todas las resoluciones de nombramiento de los catedráticos ni de los profesores en propiedad.
Parte de los nombrados ingresaron tras un concurso docente que convocó 30 plazas, pero terminó con nueve desiertas porque, según le dijeron a La Silla dos fuentes de adentro de Unicartagena, el rector no pudo nombrar en ellas a personas de su círculo cercano.
En cambio, en gran parte de las otras 21 sí ingresaron docentes cercanos a él porque el perfil de la convocatoria les fue ajustado, según nos dijeron esas dos fuentes que consultamos.
Las dos fuentes nos aseguraron que muchos de los requisitos generaron suspicacias porque desde el mismo momento en que se hizo público el concurso en algunos sectores de la universidad se decía que esas plazas ya tenían nombre y apellido.
De hecho, el concurso docente se desarrolló en medio de varias tutelas de participantes que argumentaron la violación al debido proceso y del derecho al trabajo. Una de esas tutelas la interpuso la aspirante Paola Mouthón Ramos, quien obtuvo el mejor puntaje para la plaza en Administración de Empresas, pero terminó siendo descartada sin explicación alguna según ella.
A raíz de esa tutela, un juzgado laboral de Cartagena le ordenó en agosto pasado al Ministerio de Educación investigar lo que estaba ocurriendo al interior de la institución.
El concurso no es la única sombra alrededor del rector, quien ha estado vinculado a la universidad los últimos 20 años como docente, llegó en junio pasado a la rectoría tras ser elegido en medio de ruidos de haber prometido varios puestos para poder convertirse en el sucesor de Germán Sierra.
A los pocos meses de su llegada aumentaron las suspicacias porque comenzaron a darse unas movidas burocráticas, que sus críticos interpretaron como el pago de favores por su nombramiento. Por ejemplo, creó cuatro vicerrectorías para dejar a la Unicartagena con un total de siete. Oficinas que aumentaron la nómina en número de empleados y en sueldos de quienes ascendieron como vicerrectores.
También creó al menos cinco jefaturas de sección, varias de ellas ocupadas hoy por personas de libre nombramiento y remoción y no de carrera administrativa como se hacía antes, lo que ha despertado más comentarios de pagos de favores a personas de su círculo.
Llamanos a Unicartagena para conocer qué respondía el rector a estos señalamientos, pero seguimos sin recibir respuesta.
Este fin de semana la Defensoría del Pueblo de Bolívar espera que tanto estudiantes como el rector acepten su propuesta de negociación para que se reinicien cuanto antes las clases. Sin embargo, ambos grupos están en orillas tan opuestas que la salida a la crisis todavía no se ve clara.